La soberbia y la prepotencia del ser humano hizo que (en plena crisis del 2008, año del sonado rescate de bancos y cajas ¿de ahorros?) se comenzara a construir en Sevilla una torre de 180 metros de altura. La intención de su promotora, una conocida entidad financiera, era que este monumento al esperpento y a la estupidez se convirtiera en un icono de la ciudad.
Tras mucha polémica el proyecto se hizo realidad y hoy día, en el "skyline" de Sevilla el rascacielos sobresale más que la Giralda, siendo visible desde los lugares más emblemáticos, por ejemplo desde la Torre del Oro o el Puente de Triana.
Desde la Isla de la Cartuja, por tanto, se asoma Torre Sevilla, intentando competir con construcciones erigidas varios siglos antes, aunque solo las supera en altura, porque en belleza no se acerca ni de lejos.
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