Si habéis estado alguna vez en Guadalupe, tal vez os hayáis fijado en las dos grandes puertas de bronce que guardan el acceso a la iglesia del monasterio, y en las figuras repujadas en medio relieve que representan diversos pasajes de la vida de Jesús, desde la Anunciación del ángel a María hasta la Resurrección.
Son dos paños por puerta y en cada paño aparecen tres escenas distintas. Entre ellas me llamó la atención la escena de la Coronación de la Virgen, y especialmente las figuras de los seis músicos instrumentistas.
Como se puede ver, hay tres músicos en cada lado y están realizados de manera algo tosca, a pesar de que la obra está fechada en la segunda mitad del siglo XIV o principios del XV. Además, dos ángeles sujetan la corona de María, que aparece sentada en un trono, con su hijo en su regazo y un cetro en su mano derecha.
Al igual que las dos figuras que portan la corona, las seis figuras están dotadas de alas de tamaños y formas variables en función de los espacios que quedan tras ellos. No estamos, por tanto, ante la representación de simples músicos, sino ante ángeles que hacen sonar sus instrumentos en honor de María y de su hijo.
Como se puede ver, hay tres músicos en cada lado y están realizados de manera algo tosca, a pesar de que la obra está fechada en la segunda mitad del siglo XIV o principios del XV. Además, dos ángeles sujetan la corona de María, que aparece sentada en un trono, con su hijo en su regazo y un cetro en su mano derecha.
Al igual que las dos figuras que portan la corona, las seis figuras están dotadas de alas de tamaños y formas variables en función de los espacios que quedan tras ellos. No estamos, por tanto, ante la representación de simples músicos, sino ante ángeles que hacen sonar sus instrumentos en honor de María y de su hijo.
Si empezamos por nuestra izquierda podemos ver un ángel que toca una flauta doble. Este tipo de flauta, también conocida como aulós estaba hecha de caña o de marfil y solía tener un sonido muy agudo. Al parecer, este instrumento fue muy utilizado durante la Antigüedad y la Edad Media, pero después cayó en desuso. A su lado, un ángel toca un arpa, instrumento también muy utilizado desde muy antiguo en numerosas regiones de Europa. El arpa que vemos es pequeña y por tanto, podía ser sujetada sobre un brazo, la mano y el hombro, mientras que con los dedos de la otra mano se pulsaban las cuerdas, hechas de tripas. Durante la época medieval, este tipo de arpa acompañó frecuentemente a juglares y trovadores. Posteriormente, este instrumento evolucionó hasta alcanzar mayor complejidad y una gran altura y por ello, era colocada en el suelo.
Bajo estos dos personajes podemos ver un músico que hacer sonar las cuerdas de un instrumento de cuerda que podría ser muy bien un laúd, instrumento de origen árabe muy popular durante el medievo. Se puede apreciar con claridad que en su mano derecha sujeta una púa. Con el tiempo se abandonó el uso de la púa y se emplearon con más asiduidad las yemas de los dedos, con las que se obtenían más variedad de sonidos.
Bajo estos dos personajes podemos ver un músico que hacer sonar las cuerdas de un instrumento de cuerda que podría ser muy bien un laúd, instrumento de origen árabe muy popular durante el medievo. Se puede apreciar con claridad que en su mano derecha sujeta una púa. Con el tiempo se abandonó el uso de la púa y se emplearon con más asiduidad las yemas de los dedos, con las que se obtenían más variedad de sonidos.
Simétricamente a estas tres figuras, a nuestra derecha, aparecen otros tres músicos que portan instrumentos muy similares a los descritos con anterioridad. Así, el arpa que sujeta el ángel de rostro desfigurado se encuentra algo desdibujada, pero no parece presentar grandes diferencias. A su lado, un flautista toca en esta ocasión una flauta recta, mucho más común y habitual que la de doble caña. Y por último, en la parte inferior un ángel sostiene una viola de arco, también conocido como vihuela, viela o rabel, considerado como el precursor del violín actual. Como en este, el sonido se obtiene al frotar un arco sobre sobre varias cuerdas de tripa situadas sobre la caja de resonancia, hecha de madera.
Jose Ramón Mélida, uno de los arqueologos que descubrió el teatro romano de Mérida consideró este conjunto de hojas de bronce como una obra importante de la industria medieval española, en la que no abundan los bronces, pero una obra mediocre desde el punto de vista artístico en la que el barbarismo y la tosquedad de la factura le da cierto aspecto arcaico. Tal vez tuviera razón, pero que queréis que os diga. A mi estos músicos me gustan...