La verdad es que el tiempo no nos acompañó. Estábamos en octubre pero hacía bastante calor. Además el día no estaba demasiado claro, de modo que la calima nos impidió una visión más completa de la comarca de Tierra de Barros desde lo alto del Cerro de la Culebra. Pero el esfuerzo valió la pena. Ante nosotros se extendía, por un lado, el enorme embalse de Alange y por otro, el mar de olivos y viñas sobre la arcilla roja mientras imaginábamos como debía ser la fortaleza cuando esta alcanzó su máximo esplendor, es decir, entre los siglos IX y XIII. Bien es cierto que el cerro donde se encuentra el castillo ya fue habitado durante la Edad del Bronce y que existe en la solana un abrigo que acoge algunas pinturas esquemáticas. Es más, probablemente algunos de los muros que se atisban por todo el cerro corresponden a algún recinto prerromano.
Pero como os decía, el lugar alcanzó su máximo esplendor cuando los árabes construyeron en lo alto del cerro una gran fortaleza para controlar la enorme extensión de tierra que desde allí se domina, convirtiéndose en un punto estratégico codiciado por los que anhelaban ser dueños de las fértiles tierras de barro.
Para el arqueólogo José Ramón Mélida, esta fortaleza, "distante tres leguas de Mérida y situada en un alto a orillas del río Matachel, donde la naturaleza misma, con peñascos y quebraduras, forma ya un lugar eminente de defensa. (...), fue fundada por el rey moro Alagio, como punto defensivo avanzado contra el califa de Córdoba."
Uno de los acontecimientos más conocidos que tuvo lugar en el castillo de Alange fue protagonizado por Ibn Manwan, al que se le atribuye la fundación de Badajoz y del impresionante enclave portugués de Marvao, que en el año 875 tuvo que refugiarse durante algún tiempo entre sus murallas. Aquél episodio formaba parte de las sublevaciones de los nobles de Mérida ante el poder cordobés.
Con posterioridad, tras la llegada de las tropas castellanas, el castillo pasó a manos de la todopoderosa Orden de Santiago, a la que perteneció durante un buen número de años. Después, poco a poco, fue decayendo hasta entrar en un lamentable estado de ruina progresiva...
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El castillo y el embalse. |
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Alange, bajo el Cerro de la Culebra. |
En la actualidad es difícil hacerse una idea de como era la fortaleza. Según la cartelería el castillo constaba de dos recintos amurallados con varias puertas. El primero era meramente defensivo mientras que el recinto que estaba situado más alto albergaba caballerizas, albercas, aljibes, varios patios empedrados y diversas dependencias. Para llegar a él había que atravesar varias puertas. Además, los fuertes desniveles en algunos de sus flancos hacían de defensa natural y convertían el lugar en inexpugnable.
Al parecer, la fortaleza tuvo varios torreones. Uno de ellos, conocido como Torre de la Campana, albergaba una capilla, probablemente construida por los santiaguistas, muy aficionados a la guerra pero también a maitines y vísperas.
Pero el elemento constructivo que mejor se conserva, aunque bastante deteriorada, es la Torre del Homenaje. Mélida la describió, alrededor del año 1910, como "un torreón cuadrado de 5 m. por lado con recios muros de ladrillos, perforados por ventanas en arcos de herradura, correspondientes a una cámara cerrada con bóveda por arista." Lamentablemente, como de otras muchas cosas, de los arcos de herraduras no queda ni rastro, pero, de verdad, merece la pena sentarse un momento en alguna vieja piedra y dejar que nuestros pensamientos vaguen por los infinitos campos que se extienden ante nosotros...
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Torre del Homenaje. |
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Puerta de acceso al primer recinto. |
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Puerta del Este o del Corralejo. |