El Rayo Verde, una de las pocas obras románticas que escribió el francés, tiene como principal protagonista a Helena, una joven que desea contemplar el rayo verde antes de contraer matrimonio. Para ello, bordeando las bellas costas de Escocia, viaja en busca de un lugar propicio donde observar el extraño fenómeno. Al parecer, dicho fenómeno óptico, que ocurre cuando el sol nace o se pone, suele durar entre unos segundos y cinco minutos, y se produce cuando coinciden una serie de parámetros respecto a la composición de la atmósfera, el color del disco solar, la nubosidad, etcétera.
Como veis, el rayo que aparece en las imágenes no es verde, sino más bien azulón. He leído que el rayo azul es todavía más difícil de contemplar que el verde, aunque seguramente la variación de color se debe a un problema de aquella cámara, no demasiada apropiada para condiciones de poca luz.
Lo cierto es que yo nunca llegué a leer la novela, pero si un cómic (nosotros lo llamábamos tebeos) que formaba parte de una colección titulada Joyas Literarias Juveniles. Dentro de esta colección se encontraban títulos tan extraordinarios como La isla del Tesoro, Ivanhoe, Los hijos del Capitán Grant, Miguel Strogoff, Ben-Hur, etcétera. Por aquél entonces solo había dos canales de televisión y no teníamos nintendos, ni pcs, ni androids y los niños nos teníamos que distraer leyendo, jugando a indios y vaqueros o montando en bicicleta.