Subes a la sierra y ves brillar a lo lejos lo que parece un embalse. Sin embargo, si te fijas bien, son placas solares. Es evidente el negativo impacto visual que estas centrales ocasionan sobre los pastizales y campos de cereales.
Pronto, si no impera la cordura, veremos también en algunos de esos privilegiados rincones, monstruosos gigantes de enormes aspas rompiendo, entre otras cosas, el paisaje y amenazando la normalidad de los habitantes de estas zonas. O interminables olivares en régimen intensivo y fuertemente mecanizados cuyas obras de abastecimiento de riego han arrasado en ocasiones con importantes yacimientos arqueológicos.
Da la casualidad de que, en la mayoría de las veces, detrás de estos proyectos se encuentra el feroz capitalismo de ciertos grupos inversores y por supuesto, compañías eléctricas ávidas de aumentar los beneficios de su cuenta de resultados.
¿De verdad este tipo de cosas van a solucionar los problemas del medio rural?