Cabañas es un pueblecito en el que viven 25 personas. Una de ellas, Maite, regenta la casa rural "La Jara de las Villuercas", http://www.lajaradelasvilluercas.com/, un edificio del siglo XIX rehabilitado con gusto y con respeto hacia el entorno.
Maite, además de acogernos con extrema amabilidad, nos explica las rutas senderistas que desde Cabañas se pueden hacer e incluso nos da unos croquis que ha hecho en los que aparecen con todo detalle los elementos que se pueden ir encontrando mientras se camina entre la exhuberante vegetación. Además su perra Mora nos guia con destreza por los senderos, agradecida por los trozos de pan o las sobras de la comida que le hemos dado.
Situada debajo de una peña donde aún perduran las ruinas de un castillo, esta localidad guarda en su pequeño y tranquilo casco urbano bonitos rincones. Así, en lo más alto, se encuentra la iglesia de estilo mudéjar de Santa María de la Peña, y algo más abajo, la picota, lugar donde se ajusticiaba a los reos.
Pero es la espectacularidad de los paisajes que rodean la localidad el principal atractivo de ésta. Una primera opción es subir al castillo, mediante un sendero que discurre entre los aromas y colores que ofrecen jaras, cantuesos y margaritas, y una vez allí deleitarnos con las vistas que la comarca nos ofrece; interminables dehesas y las altas crestas de las Villuercas. Lamentablemente, una vez más, la fortaleza se encuentra invadida por la maleza y en un penoso estado. Desde aquí es posible ver también a los buitres leonados que, procedentes de la cercana Peña Buitrera, sobrevuelan con parsimonia los alrededores.
Mas, para mí, la verdadera joya y la sorpresa más agradable es el lugar conocido como las Apreturas del río Almonte. Se llama así a una zona por donde el río, (que baja impetuoso desde su nacimiento, el Pico de las Villuercas) transcurre encañonado, tras miles de años erosionando la piedra cuarcítica. La acción del agua ha modelado la roca y ha dejado al descubierto impresionantes estratos y pliegues. Aguas arriba de la garganta, a media ladera, crecen ejemplares de ciertos árboles, muy parecidos al laurel, que constituyen una verdadera reliquia del Terciario. Los loros (Prunus Lusitánica), que son como así se llaman, han encontrado en la umbría unas condiciones óptimas para su subsistencia. Así mismo grandes helechos crecen bajo la frescura de un bosque de ribera compuesto principalmente de alisos. Un puente mediaval que sigue en pie, a pesar del paso de los años y del olvido de los hombres, se asoma timidamente entre la arboleda...
Como temíamos, la lluvia, que nos ha acompañado debilmente durante toda la jornada, arrecia y ello nos hace volver precipitadamente al coche.
Despues de vuelta a "casa", cae la noche. La lluvia repiquetea en los cristales y la leña se consume lentamente en la chimenea, donde hay varios pares de botas y calcetines puestos a secar. Mientras, arriba, los niños duermen...
Un sitio para visitar. Excelente relato!
ResponderEliminar¡¡ Por un momento me he visto caminando bajo la lluvia por el sendero, mientras Mora me mira pidiendo más pan...!!!
ResponderEliminarYa no sólo disfrutamos con vuestra experiencia, ¡¡ es que casi la vivimos !!!
¡Y luego dicen que los andaluces somos exageraos...! Gracias, Romancillo. Gracias, Josito.
ResponderEliminarVaya, vaya... tendré que llevar allí a mi mujer.
ResponderEliminarMenudo reportaje de Cabañas del Castillo...!!!
ResponderEliminarLa verdad es que se te da bien esto, tu blog está estupendo.
Gracias por el comentario. Espero que vuelvas por aquí para impregnarte de estos olores y paisajes que bien sabrás transmitir.
Desde luego, Maite, que nuestra intención es volver...
ResponderEliminarDices: "...el río Almonte. Se llama así a una zona por donde el río, (que baja impetuoso desde su nacimiento, el Pico de las Villuercas)...". Este último topónimo sencillamente no existe y debes sustituirlo por el nombre tradicional "Risco de la Villuerca"(en singular)que es el nombre histórico,conocido desde 1353,para la cumbre más elevada del orógeno de Las Villuercas (en plural).
ResponderEliminarEs cierto, Juan. Te lo oí decir hace años en Trujillo, en la sede de la Fundación Xavier de Salas.
EliminarUn cordial saludo...