No está claro de donde procede el actual nombre de Extremadura, una tierra olvidada y a menudo menospreciada. Algunos historiadores opinan que quizás proceda del término con que se conocía en los reinos cristianos a los territorios situados al sur de dicho río.
Desde aquí solo pretendo hacer un pequeño homenaje a la tierra donde ahora vivo. De ella es mi mujer y en ella han nacido también mis dos hijas.

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viernes, 20 de diciembre de 2013

el viaje de antonio ponz por las villuercas.


Ya os he hablado alguna vez del castellonense Antonio Ponz (1725-1792), el abate que recorrió España, dejando escritos diecisiete tomos sobre dicho viaje. Esta colección, en la cual describió los aspectos más diversos y llamativos que encontraba a su paso, recibió el nombre de "Viage de España en que se da noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberse que hay en ellas".

Hace días, releyendo los tomos dedicados a Extremadura, reparé en su paso por las Villuercas y me pareció que podía ser interesante transcribir en este blog algunos de los pasajes que escribió tras su estancia en esta comarca extremeña.

Ponz accedió a las Villuercas desde el Puente del Arzobispo, población situada en la actual provincia de Toledo, encontrándose con un territorio muy accidentado, de exuberante vegetación y apenas poblado. Precisamente, lo que más llamó la atención del ilustrado fue la escasa población que habitaba aquellas agrestes sierras y el mal aprovechamiento que se hacía del monte. Igualmente, Ponz quedó maravillado por la belleza de aquellos valles y montañas casi vírgenes, y así lo refiere en varias ocasiones. No es difícil imaginar que, por aquellos tiempos, las Villuercas sería  una enorme extensión de cerrados bosques apenas alterados por el hombre. Solo en las proximidades de las pequeñas y humildes poblaciones aparecían olivares, viñas y frutales.

Esto fue lo que Antonio Ponz escribió sobre sus primeras horas en las Villuercas;

Al cabo de una llanura entre encinas, y sembrados, se empiezan a subir los altos cerros de la cordillera de Guadalupe. El primero, y segundo son muy elevados, y fragosos, entre los cuales hay un terreno interrumpido de lomas, y frondosos, aunque estrechos valles, que parece convidar a hacer allí muchas poblaciones. Toda la tierra está vestida de carrascas, madroños, romero, y otros géneros, de arbustos inútiles en aquella soledad. El segundo de esos altos cerros está coronado de grandisimos robles y es donde se encuentra el Hospital, que llaman del Obispo. En lo antiguo fue casa de recreación del rey D. Pedro; y el rey D. Enrique, su hermano la destinó para hospedaje de peregrinos. (...) Al presente se halla en decadencia esta obra pía, aunque todavía se da algún socorro a los pobres que pasan por allí.

Las tres leguas de camino desde el Hospital hasta Guadalupe son, como las antecedentes, montuosas, solitarias, tierra fecunda de su naturaleza; pero sin provecho para los hombre. Se concluye esta jornada de desierto con una baxada hasta el monasterio, de las más terribles que he visto. El monte, a cuyo pie está situada la villa y el monasterio, tiene cultivo de olivos, sembrados, viñas, castañares, etc.

Allí, en la Puebla permaneció varios días, durante los cuales recorrió el interior del Monasterio e hizo numerosas anotaciones sobre las distintas dependencias del edificio y sobre los innumerables tesoros artísticos que se encontraban en su interior. Sin embargo, la abundancia de datos y descripciones hace aconsejable dejar este capitulo para otro momento puesto que en esta ocasión prefiero centrarme en los aspectos físicos y geográficos   

El monasterio generalmente tiene poca regularidad en sus habitaciones, patios, escaleras,
 claustros, etc. Antiguamente debió ser fortaleza como se dexa ver en sus diferentes torres.
Guadalupe es villa de seiscientos vecinos según lo que se reputa, y
la mayor parte de ellos dependen en una manera u otra al monasterio de
Monges de la Orden de San Geronimo.

A pesar de la ya referida soledad y aspereza de sus sierras, al abate castellonense le agradó bastante la comarca. Los vinos le parecieron excelentes, así como la caza, de excelente sabor. Igualmente le ocurrió con el clima, que le pareció templado, que parece que lo más del año es una primavera. No menos entusiasmo muestra cuando describe la feracidad de su suelo puesto que no hay un palmo de tierra que no sea fructífera en su vasta extensión, produciendo hasta el esparto en las hendeduras de las peñas, sin que los fríos, nieves, o escarchas embaracen su fertilidad. 

Antonio Ponz quedó también muy impresionado por el relieve apalachiense de las Villuercas (relieve caracterizado por estar formado por una sucesión de sierras paralelas), Él, lógicamente, lo describe de otro modo y dejó escrito que lo más encumbrado de dichas sierras son dos puntas, que, como queda dicho, se nombran Villuercas, distantes una legua del monasterio. De ellas, como cabeza de toda la cordillera, salen varios ramales de cerros, que extendiéndose desigualmente por diversos lados, forman esta frondosa e intrincada serranía, de las más famosas de España, y aun de las más útiles, si se cuidara, y cultivara su suelo perfectamente. 

...lo más encumbrado de dichas sierras son dos
puntas, de las que salen varios ramales de cerros...

Además, Ponz nos dejó una detallada descripción de las plantas medicinales y de las especies arbóreas que poblaban sus montes y sus riberas. Igualmente detalló los peces que nadaban en sus ríos, la fauna salvaje que se escondía en sus espesas masas boscosas o la riqueza minera que escondía su subsuelo.

Castaños, encinas, quexigos, robles, fresnos, pinos, avellanos, son plantas que produce la naturaleza en las cumbres y laderas, no faltando donde quieren cultivarlo, todo género de frutales para el sustento de sus moradores. Alisos, tilos, aloros, durillos, aceres, mostazos, sauces, y otras infinitas especies de árboles y arbustos cubren las orillas de sus ríos y arroyos. 

Las yerbas medicinales son muchas, y de notable virtud; se encuentran vicentóxico, espinacardi, carquesa, el eléboro, o verdegambre. Los bosques o espesuras son por algunas partes impenetrables, y sirven de abrigo a los venados, ciervos, corzos, jabalíes, cabras montesas, y así mismo a los lobos, y a otros animales carniceros. Hallase por todo gran copia de caza menor.

En lo más elevado de las Villuercas tienen su origen quatro ríos. Dos de ellos, que son Guadalupe y Ruecas, corren el primero acia Oriente y el segundo hacia mediodía y van a desaguar al Guadiana. Los otros dos corren hacia el norte y son el Ibor y el Almonte, que desaguan acia el Tajo, recibiendo antes gran número de arroyos. Son abundantes de truchas de exquisito sabor, pescándose también en ellos barbos, cachuerlos, bogas, etc. Los mismos peces, a excepción de las truchas se pescan en los que caminan al mediodía.

Es constante, según la opinión de algunos que hay en estas sierras minas de plata, hierro, piedra alumbre, vitriolo, y que a la vista de Logrosán hay una de esmeraldas. Tampoco faltan mármoles de diversa especie, particularmente negro con vetas blancas, y otras piedras que admiten pulimento...

...castaños, encinas, quexigos, robles, fresnos, pinos, avellanos, son
plantas que produce la naturaleza en sus cumbres...
...alisos, tilos, aloros, durillos, aceres, mostazos, sauces, cubren
 las orillas de sus riso y sus arroyos...
...según algunos hay en estas sierras minas de piedra alumbre,
hierro,  plata,  vitriolo, y que  a la vista de Logrosán hay  una de
esmeraldas...

Tras su estancia en Guadalupe, el abate se dirigió a Talavera la Vieja, pasando por Navalvillar de Ibor, Castañar de Ibor y Bohonal. Naturalmente, apenas dejó atrás la localidad, Antonio Ponz se encontró con la Ermita del Humilladero. 

Desde Guadalupe se sube caminando acia poniente por la ladera de un monte junto al más alto de esos cerros, que llama las Villuercas, y se encuentra por este camino un famoso acueducto por donde van las aguas a la villa y monasterio. En lo alto, distante un cuarto de legua de Guadalupe hay una ermita de arquitectura gótica, magnifica en esa clase y de las más gentiles que he visto, dedicada a la Santa Cruz. Está situada en medio de la loma entre las dos altas cumbres de Villuercas, a la izquierda, y a la derecha de Altamira. Se continua en estas cuatro leguas por un territorio lleno de copiosos arroyos, que todos van a juntarse con el río Ibor, cuyo origen es al lado de las Villuercas, y corre a unirse con el Tajo, no lejos del puente de Almaraz, por espacio de siete u ocho leguas, en las cuales cría truchas. 

...una ermita de arquitectura gótica magnífica en su clase y de las más
 gentiles que he visto...

Tras ello abandonó la comarca por la cuenca de los Ibores, encontrando, entre Guadalupe y Navalvillar, algunos lugares casi despoblados, solo cubiertos de monte baxo pero también mil arroyuelos que van al río Ibor y fuentes en cuyas márgenes son frondosisimas de alisos, robles, quexigos, encinas, alcornoques y otros muchos árboles. Posteriormente, en las cercanías de Castañar encontró altísimos nogales, castaños, cerezos y otra suerte de frutales y más adelante un valle dilatado, y muy espeso de inútiles árboles que le condujo a Bohonal, pueblo pequeño.

Finalmente, ya en la comarca de Campo Arañuelo, el escritor recaló en Talavera la Vieja, actualmente bajo las aguas del pantano de Valdecañas, donde quedó asombrado ante la gran cantidad de antiguallas romanas que en dicho lugar había. Así, pudo ver, además de multitud de fragmentos con inscripciones, una muralla de hormigón y dura cal que cercaba el pueblo, un acueducto de argamasón, tres figuras de piedra berroqueña de bueyes, terneros o berracos (vetones) y sobre todo las ruinas de un templo del que se conservan en pie cuatro columnas, que conserva arquitrabe y cornisa y sobre las que hay un arco de piedra...

...un templo del que se conservan en pie cuatro columnas, que conserva
 arquitrabe y sobre las que hay un arco de piedra...

Realmente, el territorio al que Ponz se refería como serranía de Guadalupe corresponde actualmente con el recién creado geoparque Villuercas-Ibores-Jara, que abarca las tres comarcas que dan nombre al citado geoparque. Por tanto, los más conocedores de estas comarcas se habrán dado cuenta que el viajero y escritor entró por la Jara, recorrió las Villuercas hasta Guadalupe, donde permaneció varios días, y abandonó la sierra por la cuenca del río Ibor...