La piedras pasaderas son (eran) el pariente pobre de los puentes. Aún así, no dejan de tener un cierto interés etnográfico y por ello siempre es agradable toparse con ellas y ¿cómo no?, cruzarlas. ¿Qué senderista que se precie no siente una tentación irremediable de saltar de piedra en piedra aunque tenga que desviarse del camino?
Está claro que el propósito de estos pasos, humildes y provisionales, está muy relacionado con la agricultura, la ganadería y otras antiguas formas de vida. Sin embargo, habitualmente se encuentran en lugares muy apetecidos y valorados por los que nos gusta caminar por el campo, sin más pretensión que la de respirar aire puro, estirar las piernas e ir encontrando este tipo de curiosidades.
Así, he tenido la suerte de ver y fotografiar algunas de ellas, por ejemplo, las espectaculares pasaderas sobre el río Ponsul, en Idanha-a-Vella (Portugal), formada por elementos constructivos de época romana extraídos de los muchos edificios e infraestructuras de la antigua ciudad amurallada. Este paso, el paisaje donde se ubica y sobre todo, la importancia de los elementos arqueológicos que custodian las murallas romanas de la aldea próxima, hacen del conjunto un lugar verdaderamente excepcional.
Y ya más cerca de casa, las piedras pasaderas del río Ortiga, aguas arriba del Puente de la Pared (La Haba, Badajoz), antiguo puente del que se desconoce con exactitud su origen. Es una curiosidad la existencia de estas piedras tan cerca de un puente, pues lógicamente es mucho más incómodo usarlas para vadear el río.
En definitiva, rudimentarios pasos de incalculable valor, como tantos otros elementos dispersos por nuestras valles...
Estas piedras que nos muestras son una autentica obra maestra si se comparan aquellas piedras de gran tamaño u escombros de cemento que se usaban para cruzar el pequeño río en mi pueblo natal.
ResponderEliminarMe gusta mucho el articulo.
Saludos.