Hay cosas que no deberían perderse. Por ejemplo, las librerías de viejo, la enésima oportunidad de los libros desechados. O esas confiterías de merengues blancos, dependientas con batas y olores antiguos. O esos bares de café negro y vasito de agua, suelos hidráulicos y barras de madera. O esas tiendas de tejidos, moda urbana y de ceremonia para hombres.
Tampoco deberían desaparecer las cuchillerías. Ni esos escaparates que muestran maquetas de barcos veleros en los que escapar muy lejos. Ni los ultramarinos. Ni esas tiendas de manualidades donde caben todos los lienzos del mundo, todos los botes de oleos del mundo, todos los pinceles del mundo...
Estas tiendas de barrio no deberían desaparecer como nos dices ya que suelen conocer nuestros gustos.
ResponderEliminarSaludos.
Esas tiendas, tienen un encanto especial. Un beso.
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