Ranúnculos en el Almonte. Puente del Cardenal. Jaraicejo. |
Afortunadamente, el Almonte es un río todavía salvaje, uno de los pocos que quedan en la península, sin presas reguladoras que impidan que sus aguas corran libres. Por eso, a medida que se aleja de su nacimiento, va conformando parajes verdaderamente singulares, a veces de gran valor natural, como las Apreturas o la Cascada de la Pesquera, cerca ya de Aldea del Obispo, donde hace un par de años vi por primera y única vez, los barbos remontando la corriente.
Otras veces, sin embargo, el paisaje ha sido alterado por el hombre, contribuyendo tal vez inconcientemente, con la construcción de molinos y puentes, a que patrimonio histórico, arquitectónico y etnográfico se mezclen en armonía con el valioso patrimonio natural que supone todavía un río salvaje. Es lo que se viene a llamar ahora paisaje cultural.
Otras veces, sin embargo, el paisaje ha sido alterado por el hombre, contribuyendo tal vez inconcientemente, con la construcción de molinos y puentes, a que patrimonio histórico, arquitectónico y etnográfico se mezclen en armonía con el valioso patrimonio natural que supone todavía un río salvaje. Es lo que se viene a llamar ahora paisaje cultural.
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