Muchas personas tienen al término municipal de Don Benito como una gran extensión de prósperos e interminables regadíos donde se cultiva arroz, maíz, tomate y frutales de hueso, y en parte es verdad. Lo que es muy poco conocido es que parte de dicho término está ocupado por preciosos berrocales, abruptas sierrillas y dehesas surcadas por caudalosos ríos, cuyas aguas antaño movían las ruedas de los numerosos molinos harineros que se levantaban en sus riberas. Lógicamente, esta diversidad de paisajes y de recursos ha atraído desde antiguo a diferentes culturas, algunas de las cuales han dejado interesantes restos arqueológicos.
Hace unos días, gracias a David Prado (un inquieto amante y estudioso de la fauna salvaje que habita las zonas más agrestes y mejor conservadas en las cercanías de la ciudad) tuve la oportunidad de recorrer algunos de esos lugares y de conocer algunos de los secretos que guardan. Me refiero a algunos altares rupestres y sobre todo a un pequeño grupo de pinturas esquemáticas inéditas y practicamente desconocidas que se encuentran en el berrocal de la Finca Municipal la Serrezuela.
(Abro paréntesis para indicar en primer
lugar que se dice que un abrigo es inédito cuando no ha sido publicado, y en
segundo lugar que, según mis noticias, todo parece indicar que este abrigo muy probablemente fue
descubierto por Enrique Javier Jiménez Durán, el cual hace aproximadamente un
año se las dio a conocer a David Prado, que a su vez informó del hallazgo a un
pequeño grupo de personas.)
Las pinturas rupestres del Abrigo del Lince, llamado así por la suelta de dos animales de esta especie en febrero de 2018 en la finca en que se halla enclavado, tiene la particularidad de que están pintadas sobre granito. A esta circunstancia tan poco habitual hay que unir lo singular del conjunto, pues la fuerte erosión que ha sufrido el bolo granítico que sirve de soporte, ha provocado la formación de oquedades, llamadas taffonis por los geólogos, en cuyo interior se encuentran los antropomorfos esquematizados que aparecen en las siguientes imágenes. En este punto hay que indicar que este no es un caso único pues, por ejemplo, en los Barruecos hay también documentados esquemas rupestres en taffonis (blog Estudios de Geoarqueología de Extremadura).
Rueda de molino inconclusa, abandonada a escasos metros de la cantera donde se extrajo la pieza. |
Por último, es conveniente señalar que a una distancia aproximada en línea recta de 3 kilómetros, se encuentra un más que probable altar rupestre. Y bajo él, una tumba excavada con similares características a las que presentan los sepulcros que conforman las necrópolis de época tardorromanas que con cierta frecuencia se pueden encontrar en los berrocales extremeños y cuyo ejemplo más característico se sitúa en Arroyo de la Luz.
Respecto al altar, indicar que, tal y como se puede ver en la imagen, presenta dos líneas rectas de pequeñas cazoletas, convergentes en la parte superior de la formación, que pudieron tener función de escalones. Su escaso diámetro hace pensar, no obstante, que tuvieron otra función, desconocida hasta el momento. Hasta la fecha, no existen estudios sobre este conjunto altar-tumba. Al menos yo no los conozco...
Tumba y altar rupestre. Finca Municipal Doña Blanca. Don Benito. |
(El tratamiento digital de todas las fotografías ha sido realizado por Alejandro G. Pizarro. )
(David Prado es miembro activo de la Sociedad Extremeña de Zoología, una organización no gubernamental cuya finalidad es conservar la riqueza y biodiversidad del territorio extremeño por medio de la investigación, la elaboración de proyectos y acciones de conservación, y la concienciación ambiental de los distintos sectores de población.)
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