Los vetones fueron un pueblo de descendencia celta que habitaron principalmente las actuales provincias de Ávila, Cáceres y Salamanca. También se han encontrado restos de sus poblamientos en Toledo y Zamora. El río Guadiana por el sur y el Duero por el norte actuaron de fronteras naturales para este pueblo, que se asentó en los territorios antes citados entre los siglos V y I a.C. De ellos se sabe que durante años los vetones tuvieron en la minería y en la ganadería sus principales medios de vida y que entre sus dioses se encontraba Ataecina, asimilada posteriormente como Proserpina por los romanos.
Parece ser que su declive empezó precisamente con la incursión y conquista del Imperio Romano del oeste de la península ya que no se mostró como un pueblo demasiado belicoso ante el invasor. Al contrario, tras alguna resistencia los vetones se abrieron a los romanos, conscientes de su inferioridad, como antes lo habían hecho ante las influencias orientalizantes procedentes del sur.
Uno de los símbolos más conocidos de los vetones son los verracos, esas toscas estatuas de lineas simples que representarían a toros o cerdos y que habitualmente han sido encontrados en los castros o en sus proximidades. En el museo Arqueológico de Cáceres se muestra un verraco procedente de Villasviejas. Las imagenes que siguen a continuación las tomé, hace ya algunos años, en Ávila. La fotografía del tercer verraco, indudablemente una copia moderna, la hice entre las localidades pacenses de Palomas y Oliva de Mérida. Desconozco quién puso la réplica así como el motivo que le impulsó a ello. Mucho se ha discutido sobre el significado que estos bloques de granito tallados tuvieron para los vetones, pero lo cierto es que esta cuestión aun sigue siendo un misterio.
El castro u opidum vetón de Villasviejas se encuentra en un montículo a orillas del río Tamuja. Aprovechando el desnivel causado por la erosión del río contruyeron un poblado fortificado que en su momento debió ser impresionante e inexpugnable. Varias murallas concéntricas situadas a distintos niveles y varios torreones de vigilancia guardaban Tamusia, en cuyo interior se situarían los chozos.
En la actualidad se pueden encontrar algunos restos de murallas, aunque muy deterioradas, y algunos chozos, rectangulares, excavados recientemente. Realmente es difícil hacerse una idea de como fue aquél poblado y solo con grandes dosis de imaginación se pueden "ver" los torreones, los fosos, las murallas y las casas. Por contra, el lugar donde hace ya 2500 años se emplazó este castro vetón, es de singular belleza ya que el río Tamuja por allí se abre paso a duras penas, moldeando las rocas, y la dehesa extremeña donde se encuentra, como sabéis, empieza a mostrarse esplendorosa tras las generosas lluvias del otoño.
Jesús, siempre me gusta leer la iformación que nos das de los sitios que fotografias, es bastante buena.
ResponderEliminarUn abrazo
He leído con mucho interés esta nueva entrega de cultura extremeña. Felicidades, y gracias.
ResponderEliminarMuy interesante Jesús.
ResponderEliminarUn abrazo
Cristina
Gracias por visitarme, chicos.
ResponderEliminar¡Hasta pronto!
Es una población que no tiene nada de celta. Sus influencias claras (por ejemplo en los toros) muestran una tradición del Sur, concretamente turdetana o protoibérica.
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