Tolerancia, bonita y maltratada palabra, que, sin embargo, toma todo su sentido a orillas del río Guadalquivir, -enfrente de la calle Betis- cuando los músicos callejeros regalan sus melodías al paseante. De aquí partían los barcos hacia las Indias Occidentales y aquí, en el Muelle de la Sal, siglos después, se levantó el Monumento a la Tolerancia, obra del artista plástico Eduardo Chillida.
Poco que añadir.
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