Como otras muchas cosas, fue por casualidad. Nos acercamos a Medellín sin otra intención que estirar un poco las piernas por los alrededores del castillo y nos encontramos con el espectáculo de miles de ovejas merinas recorriendo sus calles. Se estaba celebrando la I Fiesta de la Trashumancia y por ello, numeroso publico esperaba el paso de la singular comitiva, formada por más de cuatro mil cabezas y un buen número de experimentados pastores y perros. Un precioso espectáculo, con la fortaleza y las tres iglesias de fondo, que nos retrotrajo a otros tiempos, ofreciendo al gran publico escenas tradicionales difíciles de contemplar y acercando una forma de vida que aún perdura en gran parte del territorio extremeño. Enhorabuena.
No está claro de donde procede el actual nombre de Extremadura, una tierra olvidada y a menudo menospreciada. Algunos historiadores opinan que quizás proceda del término con que se conocía en los reinos cristianos a los territorios situados al sur de dicho río. Desde aquí solo pretendo hacer un pequeño homenaje a la tierra donde ahora vivo. De ella es mi mujer y en ella han nacido también mis dos hijas.
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