No está claro de donde procede el actual nombre de Extremadura, una tierra olvidada y a menudo menospreciada. Algunos historiadores opinan que quizás proceda del término con que se conocía en los reinos cristianos a los territorios situados al sur de dicho río.
Desde aquí solo pretendo hacer un pequeño homenaje a la tierra donde ahora vivo. De ella es mi mujer y en ella han nacido también mis dos hijas.

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domingo, 2 de septiembre de 2012

extremeños en la constitución de cádiz de 1812.

Hace unas semanas, paseando por las calles del centro de Cádiz y contemplando, desde los baluartes y fuertes que defendían la ciudad, como el sol se ocultaba tras el mar, me preguntaba el papel que los extremeños habían desempeñado en la elaboración de la Constitución de 1812. Por eso, de vuelta a Villanueva, y tras el periodo propio de adaptación post vacaciones busqué información sobre los once diputados extremeños que participaron y formaron parte de las Cortes de Cádiz y encontré muchas e interesantes cosas.

La playa de la Caleta y el castillo de San Sebastián.

Hay que recordar que en aquellos momentos gran parte del territorio español estaba en manos de los franceses y que las Cortes Generales del Gobierno de España se habían establecido en  la ciudad de Cádiz y en la Isla de León, la actual San Fernando. Ambas se hallaban a salvo de los atropellos del ejercito napoleónico pero sufrían un asedio que duraría dos años y medio. Los artilleros franceses habían situado las baterías en ciertos lugares estratégicos de la Bahía de Cádiz y desde ellos lanzaban proyectiles que raramente hacían daño a la población por la lejanía del objetivo y por los frecuentes vientos. Como sabéis, Cádiz está entre dos mares; La mare que parió al levante y la mare que parió al poniente. O al menos eso dicen los gaditanos en alusión a las molestias que, a menudo, el viento causa a los bañistas.

El caso es que el sitio provocó la escasez de ciertos alimentos, entre ellos de la patata. Esto provocó que la tortilla de patatas perdiera su apellido y que los asediados se tuvieran que conformar con simples tortillas hechas solo con huevos a la que llamaron tortilla francesa, en alusión a los asediadores, verdaderos causantes de la tropelía gastronómica. Podemos decir, por lo tanto, que la aburrida y socorrida tortilla francesa tuvo su origen en Cádiz mientras que la sin par y exquisita tortilla de patatas, como ya quedó perfectamente demostrado en dos entradas publicadas en octubre de 2011 en este mismo blog, vio la luz por primera vez en Villanueva de Serena, donde ahora moro. Estas son las dos entradas a las que me refería antes;

Tal vez recordéis que hace unos años los medios de comunicación se hicieron eco de la publicación de un libro en el que se afirmaba que la tortilla de patatas nació en 1798, en la localidad pacense de Villanueva de la Serena.



Si existen datos, sin embargo, para afirmar que fueron el hacendado Joseph de Tena Godoy y Malfeito y su amigo el marqués de Robredo, tal y como se puede leer en el número 85 del "Semanario de Agricultura y Artes dirigido a los Párrocos", los primeros en disponer patatas en una sartén con aceite y mezclarlas con huevos.
Y hecho este inciso volvamos con nuestra historia. Como veis ni siquiera en aquellos momentos perdieron los gaditanos las ganas de guasa. Seguramente conocéis ese tanguillo que afirma que con las bombas que tiran los fanfarrones se hacen las gaditanas tirabuzones. Pues bien. Al parecer era cierto. Las esquirlas de los proyectiles franceses eran utilizadas por las vecinas para rizarse el cabello, como se puede leer en El asedio, la estupenda novela de Arturo Pérez-Reverte en la que recrea el sitio de Cádiz. Ello fue utilizado por los gaditanos para burlarse de los invasores y del escaso daño que sus bombas producían.

Por cierto, además de estupendas playas, la ciudad de Cádiz posee un casco urbano muy atractivo, interesante, bastante bien conservado y lleno de historia, que bien merece una visita.

Una de las 125 torres miradores de Cádiz, desde donde los comerciantes
 observaban  la llegada de sus barcos desde las Indias Occidentales.
La  peculiar catedral de Cádiz, finalizada en 1838,
116 años después del inicio de las obras.

Bromas y anécdotas aparte, ese era el sombrío panorama que ofrecía España mientras se elaboraba en Cádiz la primera Constitución española, bautizada como La Pepa, por haber sido promulgada el día de San José. En ella se establecían principios que ahora nos parecen normales pero que en aquellos momentos eran considerados muy avanzados, como la libertad de imprenta, la división de poderes o la soberanía nacional.

Estos son, por orden alfabético, los once extremeños que participaron en la elaboración de la citada Constitución, de los que podéis obtener más información en la web Cádiz 2012. Capital Iberoamericana de la Cultura.

José María Calatrava Peinado.
José Casquete de Prado
Francisco Fernández Golfín
Gregorio Laguna Calderon de la Barca.
Manuel Mateo Luján Rúiz
Manuel María Martinez de Quejada.
Diego Muñoz Torrero.
Francisco María Riesco.
Alonso María de la Vera y Pantoja.
Juan María Herrera Polo.
Antonio Oliveros.

Entre todos estos personajes históricos destaca sin duda Diego Muñoz Torrero. Nacido en Cabeza del Buey (Badajoz), fue el presidente de la comisión encargada de redactar la Constitución y siempre se caracterizo por sus ideas avanzadas y liberales. Finalmente tuvo un trágico final ya que tras la vuelta del absolutismo fue perseguido, encarcelado y torturado, muriendo a causa de estas torturas en una cárcel cercana a Lisboa.

Otro de los diputados que tuvo un papel relevante en la agitada vida política de aquellos años fue el emeritense José María Calatrava Peinado, ya que llegó a ser Presidente de las Cortes y Ministro de la Gobernación.

Pero a mi me ha llamado especialmente la atención la figura de Francisco Fernández Golfín, fusilado junto al general liberal Torrijos en una playa de Málaga. ¿Recordáis el impresionante cuadro expuesto en el museo del Prado donde aparece un grupo de personas en el momento justo antes de ser ejecutados? Se trata de una obra del pintor Antonio Gisbert, de gran formato (6X4 metros) en la que se recoge el fusilamiento en 1831 de Torrijos y de un grupo de seguidores, acusados de un intento de derrocamiento del rey Fernando VII. Entre ellos se encontraba el almendralejense Fernandez Golfín, que aparece junto a Torrijos mientras un monje le venda los ojos. Este fue el final de un hombre que, como otros muchos, murió por defender sus ideas...

Un monje venda los ojos a Fernández Golfín antes de  la ejecución.
A su derecha, el general Torrijos.
El fusilamiento de Torrijos.
Antonio Gisbert. 1888.
Mueso del Prado. Madrid.

2 comentarios:

  1. Precisamente acabo de regresar de allí y lo curioso sería que hubiéramos coincidido cámara en mano.

    Me parece muy interesante tu reportaje y sobre todo los datos que aportas.

    Un abrazo

    http://ventanadefoto.blogspot.com.es/

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