No está claro de donde procede el actual nombre de Extremadura, una tierra olvidada y a menudo menospreciada. Algunos historiadores opinan que quizás proceda del término con que se conocía en los reinos cristianos a los territorios situados al sur de dicho río.
Desde aquí solo pretendo hacer un pequeño homenaje a la tierra donde ahora vivo. De ella es mi mujer y en ella han nacido también mis dos hijas.

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lunes, 25 de octubre de 2021

el viaje de benjamin lovell badcock a extremadura en 1832. uno.



Cuando en el verano de 1832, el inglés Benjamin Lovell Badcock llegó a Badajoz desde Elvas y pidió ser recibido por algún mando, obtuvo como respuesta que el oficial estaba durmiendo la siesta. Era la hora en la cual "solo los perros y los ingleses se atreven a salir". Aquello no debió gustarle mucho al comisionado, enviado a Extremadura para recabar informes sobre el ejército español y la situación general en la zona. Lovell ya había estado antes en la región y había participado incluso en el sitio de Badajoz de 1812 pero ahora era tratado por los oficiales con las lógicas reticencias, poniéndole todo tipo de impedimento para que desarrollara su misión. 

Tal vez por eso, tal vez por algunos episodios pasados, el militar inglés, que en esos momentos estaba haciendo labores de espía, no tenía mucha simpatía por los españoles, a los que describe en sus escritos "como altivos, traicioneros, reservados, desconfiados..." Por contra, los portugueses le parecían "educados, pacientes, sencillos, callados y fieles aunque vanidosos y amantes de la grandilocuencia". Tampoco el paisaje español le atrajo mucho ya que lo encontraba seco, encontrando durante su entrada en España, "un terreno abrasado, sin árboles ni zonas verdes. De sus pueblos dejó escrito que estaban amurallados y tenían cúpulas moras". Sin embargo, Portugal le parecía un vergel plagado de frutales, por donde corría el agua a través de fuentes y canalones. Respecto a las mujeres también observó diferencias; las lusas, aunque menos bellas, eran más agradables que las españolas, a las que consideraba pasionales y celosas...

El caso es que, a duras penas, las autoridades aceptaron acompañarle por el sistema abaluartado de Badajoz, por supuesto no dejándole que fisgoneara a su antojo y pudiera recabar información privilegiada. Aún así, pudo observar que el estado de las defensas no eran los más adecuados y que la brecha en el Baluarte de la Trinidad, por donde había entrado en la ciudad el ejército anglosajón, permanecía igual que en 1812. Aunque habían transcurrido veinte años ya del asedio de Badajoz, las circunstancias políticas -incluida una nueva invasión francesa a cargo de los tristemente célebres Cien Mil Hijos de San Luis- y la lamentable sumisión del cruel y traidor Fernando VII, tenían sumida a todo el territorio español en el caos y la desesperanza. 


 Panel informativo que recrea el asedio de 1812.
En mitad de la noche, solo los fogonazos de las armas alumbraba a
 los combatientes. Se calcula que hubo 4800 bajas entre las tropas inglesas.


La noche del 6 de abril de 1812 se produjo la entrada del 
ejército anglo-portugués en Badajoz. Tras la rotura de parte
del Baluarte de la Trinidad, los soldados subieron por los escombros
en total oscuridad ante el fuego enemigo, encontrando todo tipo de
obstáculos. Maqueta. Museo Luis de Morales de Badajoz. 

Días después, tras una breve estancia en una casa "donde abundaban chinches y mosquitos", propiedad de un matrimonio constitucionalista y simpatizante de los ingleses, un caluroso once de julio abandonó Badajoz, a bordo de una diligencia tirada por cuatro mulas y dos caballos, con destino Madrid. 


La toma de la Alcazaba por parte del ejercito aliado
fue decisiva para el posterior desarrollo del asedio inglés. 

Vista parcial de la Alcazaba. 

Bibliografía: Viajeros ingleses por Extremadura. Volumen 1. Edición de Jesús A. Marín Calvarro. Diputación de Badajoz. 

jueves, 14 de octubre de 2021

las columnas de hércules.


Según la mitología griega, cuando Hércules (Heracles) quiso viajar a la isla de Eritea -una de las islas que conformaban en la Antigüedad la actual Cádiz- para desempeñar el décimo de sus trabajos, tuvo que separar dos grandes rocas que le impedían el paso a su destino. Comúnmente se han identificado estas rocas con el Peñón de Gibraltar y el monte Hacho (Ceuta). Por eso, al llegar a la ciudad ceutí a bordo del ferri, los pasajeros son recibidos por el forzudo héroe en el momento de separar ambas columnas. Detrás queda la inconfundible figura del Peñón de Gibraltar y la difusa silueta del litoral español, separada de la costa africana por solo catorce kilómetros de mar azul y traicionero, catorce kilómetros que representan el salto entre Europa y África, con todo lo que ello significa. 

Las columnas de Hércules. Al fondo, Gibraltar y la costa española
desde el Puerto de Ceuta.

A la izquierda, Hércules separando las columnas. A 
la derecha el monte Hacho, según algunas teorías
una de las columnas. Puerto de Ceuta. 

Monte Hacho y fortaleza abaluartada desde el ferri Algeciras-Ceuta.

Gibraltar, la columna en el lado europeo.

Recreación de Gadir en época romana, con las dos islas
que la conformaban,  Cotinusa y Eritea, hacia donde se dirigía
Hércules antes de separar las columnas.. Museo de Cádiz. 


Como es lógico, la figura de este héroe no pasó desapercibida en el área del Estrecho y se erigieron santuarios en su honor. Así en la Isla de Sancti-Petri los fenicios construyeron un templo en honor a Melkart, divinidad de Tiros, que según diferentes teorías, fue asimilado posteriormente en Heracles por griegos y en Hércules por romanos. Al parecer, el culto a este ser mitológico estuvo vigente durante varios siglos, incluso durante la dominación romana. El Museo de Cádiz expone los exvotos que reforzarían la hipótesis del sincretismo Melkart-Heracles-Hércules. 

Estatuilla representando a Melkart.
Siglo VII a.n.e. Museo de Cádiz.

Bronces hallados en un pozo sagrado cercano a Sancti-Petri,
que representan posiblemente a Melkart. Siglo VIII a.n.e.
Museo de Cádiz.

Exvoto del siglo V con iniciales HG (Hércules Gaditano)
 encontrado en el templo de Melkart. Museo de Cádiz. 

Islote de Sancti-Petri, donde estuvo situado el templo a Melkart. 
En la Antigüedad este islote estaba unido a Gadir. Incluso en
época romana hubo una calzada que unía ambos enclaves,
todavía visible en determinadas ocasiones. 


Pero no solo en este museo podemos ver la huella fenicia en el área del Estrecho. Del subsuelo de Cádiz y alrededores han surgido numerosos restos de esa prolongada y misteriosa época, ofreciéndonos actualmente lugares tan interesantes como el yacimiento de Doña Blanca (El Puerto de Santa María) o la Cueva del Pájaro Azul. 

Sarcófagos fenicios. Museo de Cádiz. 

Restos del puerto fenicio. Cueva del Pájaro Azul. Cádiz.

Reproducción de las pinturas rupestres de Laja Alta. 
Museo de Cádiz. Según la cartelería de este museo tienen
cierta similitud con modelos fenicios localizads en un relieve
de un templo del siglo VIII a.n.e.

Yacimiento fenicio de Doña Blanca. A la derecha, a lo lejos, Cádiz.
Hace dos mil años este poblado tenía puerto de mar.
Los campos de cultivo que se aprecian en la imagen, formaban
parte de la bahía. Los aportes sedimentarios del Guadalete
colmataron la desembocadura hasta darle el aspecto que presenta
en la actualidad. 

Viviendas fenicias de los siglos VIII a.n.e.
Yacimiento de Doña Blanca. El Puerto de Santa María.


Como nota curiosa, quizás sea conveniente señalar que el emperador Carlos V incorporó las columnas de Hércules a su escudo de armas, añadiendo también en referencia a los territorios americanos, la leyenda Plus Ultra. Desde entonces dichas columnas han aparecido y desaparecido del escudo de España según las circunstancias políticas. Actualmente, las columnas de Hércules siguen estando presentes en nuestro escudo. 

Escudo de Carlos V. Entre otros muchos elementos 
podemos encontrar las columnas de Hércules.
Conventual de San Benito. Alcántara. Cáceres.

martes, 5 de octubre de 2021

el castillo de capilla desde el peñon del pez



Tenemos la idea preconcebida de que los castillos siempre ocupan el sitio más alto y que desde ellos se obtienen las mejores vistas. Sin embargo, hay veces que esto no se cumple. Este es el caso del Castillo de Capilla (Badajoz), que aparece pequeñito bajo el punto geodésico del Peñón del Pez, desde el cual se abre un tremendo paisaje de embalses, pastos y sierras. En la lejanía incluso, se atisban dos castillos más; el de Magacela y el de Puebla de Alcocer, este último ya en la comarca de La Siberia. 

Y bajo nosotros, los buitres, quizás inquietos por nuestra presencia...


Peñalsordo.

Peñalsordo y embalse de La Serena. 

Yacimiento arqueológico del Peñón del Pez.
Edad de Hierro.