No está claro de donde procede el actual nombre de Extremadura, una tierra olvidada y a menudo menospreciada. Algunos historiadores opinan que quizás proceda del término con que se conocía en los reinos cristianos a los territorios situados al sur de dicho río.
Desde aquí solo pretendo hacer un pequeño homenaje a la tierra donde ahora vivo. De ella es mi mujer y en ella han nacido también mis dos hijas.

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sábado, 25 de julio de 2009

garrovillas de alconétar. cáceres.


En la dura llanura cacereña puede el viajero encontrar una de las plazas mayores mejor conservadas y más desconocidas de nuestra geografía. La plaza de Garrovillas, porticada casi en su totalidad y declarada Monumento Histórico Artístico tiene una extensión de más de cuatro mil metros cuadrados, más de 60 arcos y algunas casas del siglo XV. Todo ello junto con el aire mediaval que aún conserva bien merece un alto en el camino del viajero que por esta tierra de dolmenes y castros prerromanos se encuentre.
La Historía no pasó de puntillas por este lugar. Lamentablemente solo ruinas se pueden contemplar de lo que fue un magnifico convento desde el que se divisa una bonita estampa de la población y solo en los años de lluvias escasas emergen del Tajo los restos de un castillo templario. Mejor suerte tuvo el puente romano de Alconétar ya que fue trasladado a finales de los sesenta, piedra a piedra, de su ubicación original para salvarlo de las aguas cuando fue construido el embalse de Álcantara. No tuvo, sin embargo tanta fortuna el puente de hierro que el francés Eiffel diseñó para salvar el río Tajo ya que, al parecer, permanece bajo dicho río desde que se embalsaran sus aguas.

























Iglesias, varias ermitas, algún convento, un curioso corral de comedias, las callejuelas del barrío judío y la ya citada plaza mayor aguantan sin embargo el paso del tiempo esperando que el viajero dirija hacía allá sus pasos para mostrarle que cualquier tiempo pasado no fue mejor, sino distinto.

sábado, 11 de julio de 2009

hervás. cáceres.


En Hervás, localidad situada en el norte de Cáceres y a orillas del río Ambroz se puede visitar una de las juderías mejor conservadas de la peninsula. Sus construcciones, de piedra, adobe y madera de castaño, permanecen milagrosamente en pie y forman un casco urbano de recovecos, empinadas y estrechas callejuelas, algún tunel y un puente mediaval. La iglesia de Santa María, levantada en el lugar que antes ocupaba un castillo árabe reconstruido después por los templarios, domina la localidad, declarada Conjunto Histórico Artístico a finales de los años setenta.

A su alrededor, espectaculares bosques de castaños, sustituidos por robles a medida que la montaña va ganando altura, conforman el paisaje que rodea esta localidad desde la cual se puede divisar gran parte del año las cumbres nevadas del Pinajarro. Atravesando el valle transcurría la calzada romana conocida como Via de la Plata, de la que se pueden encontrar todavía algunos restos. Rutas transhumantes utilizadas por el hombre desde tiempo inmemorial para conducir su ganado recorren también un valle que en otoño ofrece los tonos ocres y rojizos del bosque caducifolio. Semanas después un manto de hojas cruje bajo los pies del senderista que se anime a realizar algunas de las muchas rutas que por el valle del Ambroz discurren.




Verracos vetones, termas romanas, castaños, alcornoques, hayas y tejos con cientos de años, gargantas de cristalinas aguas...completan la visita que el curioso viajero puede hacer a esta comarca que cuenta con pueblos de nombres tan sugestivos como Segura de Toro, Baños de Montemayor o Gargantilla.