Desconozco el motivo que impulsó a este joven lisboeta a grafitear un tranvía en esa gran pared y tampoco sé si detrás de él, otro grafitero dejará su obra sobre dicho tranvía. De todas formas, este arte urbano es efímero, como un fado que flota en el aire y se eleva sobre los tejados de Lisboa hasta desaparecer sobre las aguas azules del Estuario del rio Tajo...
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