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domingo, 24 de marzo de 2019

salvatierra de santiago. cáceres.




Salvatierra de Santiago es una de esas sorpresas agradables que un buen día te encuentras por el camino, una de esos lugares a los que llegas casi por casualidad, o quizás por causalidad. El caso es que pasear por sus calles es un auténtico placer, más aún si lo haces de la mano de Marcelino Moreno Morales, un enamorado de su pueblo y de su tierra, un hombre curioso y estudioso que se conoce a la perfección su historia, todos sus callejas, cada una de sus piedras, cada inscripción y todo aquello que pasa desapercibido al común de los paseantes. 

Salvatierra de Santiago (toponimia de reconquista de libro) duerme silenciosa entre encinas, resistiendo a duras penas la tremenda emigración que tanto daño ha hecho durante las últimas décadas a este y a otros pueblos extremeños. Quizás por esto, sus calles huelen todavía a leña, y al doblar cada esquina puedes dar con rincones apenas inalterados que muestran la manera de vivir de antaño.






Sin embargo, Salvatierra conoció tiempos mejores e incluso fue elegido por el séquito de Carlos V y su comitiva para la estancia de una noche. El nieto de Isabel la Católica viajaba hacia Sevilla para desposarse con Isabel de Portugal y había elegido cruzar las tierras extremeñas para su desplazamiento. El dos de marzo de 1526, después de comer en Trujillo y presenciar un espectáculo taurino en su honor, el todopoderoso monarca pernocta en Salvatierra, probablemente en el Hospital de  Peregrinos. Al día siguiente, el monarca y su comitiva abandonan los territorios de la Encomienda de Montánchez de la Orden de Santiago y enlazan con la Vía de la Plata, para dirigirse a la ciudad del Betis. (Ruta Nupcial de Carlos V por Extremadura (1526) Guía para el viajero del siglo XXI. Marcelino Moreno)

Mientras tanto Isabel, recién llegada de Portugal, esperaba en Badajoz, donde se presentó un "gentío venido de todas partes, ansioso de contemplar a su nueva señora", según cuenta Manuel Fernández Álvarez en su libro Carlos V. El César y el hombre. Después, "en lentas jornadas, tal como había ordenado Carlos V, la Emperatriz siguió adentrándose en su ruta hacia Sevilla por Talavera la Real, Almendralejo, Llerena, Guadalcanal, Cazalla y Cantillana." 

El 3 de marzo entró Isabel en Sevilla, por la puerta de la Macarena, alojándose en el Alcázar. Siete días después lo hacía Carlos, pasando bajo siete arcos triunfales tras entrar por la misma puerta. Dicen los cronistas que presenciaron el encuentro de ambos, que solo se conocían por dibujos, que el enamoramiento fue instantáneo. Por eso, se improvisó una breve misa de casamiento, y en cuanto hubo ocasión, Carlos se reunió con su bella esposa en los aposentos de esta.

Pero eso es ya otra historia...


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