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miércoles, 23 de agosto de 2017

canecillos.

¿Qué tendrán los canecillos que siempre aparecen rodeados de cables, cajas eléctricas, bajantes y otros elementos? Ya sé que estamos entre las regiones más pobres de Europa y que no hay dinero suficiente para una tontería tan grande como es proteger el enorme patrimonio que atesoran la mayoría de los pueblos y ciudades extremeñas y todo eso, pero no parece lógico prestar tan poca atención a estos curiosos elementos constructivos, por varias motivos.

Así, a bote pronto, se me ocurre que una de las razones por las que se debería cuidar más este tipo de manifestación artística es su antigüedad. La mayoría de ellos tienen cientos de años, aunque no me atrevería a decir exactamente cuántos. Son por tanto elementos de gran valor y de indudable belleza e interés. Pero claro, ¿a quién le importa eso?

Sí. Ya sé que son pequeños detalles, pero detalles muy significativos que ponen en evidencia el escaso interés que en general se tiene con el patrimonio artístico. Es sintomático que esta tarde, tras buscar en mis antiguos archivos, no haya sido capaz de encontrar ninguna fotografía en la cual los canecillos aparezcan sin esos antiestéticos cables que tanto afean las fachadas.


Santibáñez el Alto. Cáceres.
Santibáñez el Alto. Cáceres.
Acebo. Cáceres.
Acebo. Cáceres.
Acebo. Cáceres.
Almoharín. Cáceres.
Almoharín. Cáceres.

En realidad, según la RAE, un canecillo es la terminación o cabeza de una viga del techo interior, que carga en el muro y sobresale al exterior, sosteniendo la corona de la cornisa. Lo que ocurre es que este elemento constructivo propio del Románico, perdió con el tiempo su función primitiva y adquirió un carácter ornamental, representando rostros humanos o motivos vegetales. 

Como podéis ver, entre los canecillos de las imágenes destacan los de la torre exenta de la Iglesia de Almoharín, sobre todo porque aparecen en gran número. Hace un tiempo estuve buscando información sobre dichos elementos, aunque apenas encontré vagas referencias, por lo que tuve que recurrir a mi amigo Samuel Rodriguez Carrero, autor del imprescindible blog Extremadura: caminos de cultura. Este, como siempre, no dudó en compartir sus conocimientos conmigo y me envió por mail el siguiente texto.

La Iglesia del Salvador está declarada BIC, desde el 27 de octubre de 1.978. En la descripción del bien en la propia declaración (que se supone es una declaración "oficial"), indican que la torre se divide en tres cuerpos. El primero (donde se ubican los canecillos), está fechado a finales del siglo XV, y formaría parte de un desaparecido cinturón defensivo de la localidad que se levantó por aquel entonces. En desuso tales murallas, este torreón sería reaprovechado como campanario, edificándose el segundo tramo, que es donde se colocarían las propias campanas en sí (en el siglo XVI). En el siglo XVIII se culminaría con el tercer cuerpo (cúpula). 

No he podido dar con más datos directos, pero sí con uno indirecto que pudiera estar relacionado. He leído que el pueblo contaba con un castillo en la cercana Sierra de San Cristóbal, pero que fue destruido a finales del siglo XV (1.479) durante los enfrentamientos entre el Maestre de la Orden de Santiago (a la que pertenecía la localidad) D. Alonso de Cárdenas, y el Maestre de Alcántara D. Alonso de Monroy. No sé si tendrá relación la destrucción del castillo con el levantamiento del cinturón defensivo de la urbe, ni si la torre se erigió justamente por motivo de esas contiendas, pero me parece mucha casualidad. Los canecillos pudieran haber sido reutilizados entonces, tomándose de alguna construcción de corte románico-tardío que estuviera en decadencia o que hubiera sido destruida también por entonces. O sencillamente elementos decorativos contemporáneos a la época de contrucción de esta atalaya.

Por ahora eso es todo respecto a los canecillos de la torre exenta de Almoharín. Seguiré indagando...

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