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miércoles, 23 de enero de 2013

las grullas y la nieve.


Esta mañana he tenido la oportunidad de fotografiar algunas grullas con las montañas nevadas de las Villuercas como telón de fondo. Por suerte, el último temporal no solo ha traído viento, frío y lluvia. Como veis, la nieve también se ha asomado, aunque tímidamente, por esta parte de Extremadura. Y ya se sabe;  año de nieves...

jueves, 17 de enero de 2013

la judería de badajoz.

Al tratar sobre las juderías extremeñas no deberían quedarse sin mención, por la importancia que tuvieron, las juderías de las ciudades de Cáceres y Badajoz, capitales de las dos provincias que integran el territorio. Del barrio judío de la primera ha llegado bastante información a nuestros días. Sin embargo, de la judería de Badajoz se conoce muy poco a pesar de que albergó durante cierto tiempo un buen numero de familias de origen hebreo. Según diversos historiadores, la judería ocuparía las traseras de lo que hoy conocemos como Plaza Alta.

Recientemente el bloguero Samuel Rodriguez Carrero (Extremadura: caminos de cultura) me envió una  abundante y completa información sobre algunas juderías, entre la que se incluía la siguiente fotografía y algunos datos sobre dicha judería: 

De Badajoz encontré una foto que resume lo poco que queda de la judería que allí hubo: la calle de San Lorenzo. Es una de las calles que va a dar a la Plaza Alta, y se sabe que allí se ubicó la judería pacense. Como es habitual en las juderías, la misma es muy estrecha, e incluso un arco a comienzos de la calle recuerda la tradición de marcar así la entrada a las aljamas. Lo que no sé es si dicho arco pertenece a la época del asentamiento hebreo, o si es posterior. 


Calle San Lorenzo. Badajoz.
 Los historiadores sitúan la judería de Badajoz al sur de la Plaza Alta.
En la imagen también se puede apreciar parte de la Alcazaba y  la torre
almohade de Espantaperros.

Resulta extraño, por contra, la misteriosa y casi total ausencia de restos de esta importante judería. Tal vez esto se deba a las sucesivas remodelaciones sufridas por esta plaza construida en el exterior de la alcazaba, en el lugar donde existiera un barrio islámico. Pero más extraño aun es la escasez de referencias, en comparación a otras juderías extremeñas como las de Trujillo, Hervás o Cáceres. Esta es la opinión de Samuel sobre este asunto.

Sólo se tiene constancia histórica de su presencia en la calle de San Lorenzo, pero por lo demás todo son conjeturas sobre otras calles que acogiesen a sefardíes, la ubicación de la o las sinagogas, etc, lo que a su vez me hace dudar un poco sobre la supuesta gran importancia que tenía la judería pacense en el siglo XV, considerada según los estudiosos pacenses como una de las más importantes de la España de los Reyes Católicos. No sé si sería así, o si más bien esta consideración se debe al énfasis que muchas veces ponen los escritores para defender su tierra y ubicarla en puestos que realmente no alcanzaron. Al menos a mí me resulta algo raro que tal comunidad hebrea fuera de las más importantes de España, y que sin embargo no se conserven casi datos de la misma...

Por otro lado, parece todavía más sorprendente la ausencia de judíos, tan necesarios en la sociedad de la época, en una ciudad como Badajoz, que fue capital de un reino de Taifa y que contó con una gran alcazaba, llegando a alcanzar un buen número de habitantes. Recordemos la amalgama de culturas que habitualmente convivían y competían entre sí dentro del perímetro de las medinas islámicas de la península; bereberes, mozárabes, judíos, muladíes, y la minoría dirigente árabe.

Posteriormente, tras la conquista cristiana, la necesidad de repoblar los territorios que las guerras habían dejado solitarios y yermos trajo consigo a las ciudades épocas de tolerancia en las que musulmanes, cristianos y judíos convivieron en un relativo buen clima. Como sabéis, estos últimos desempeñaron durante años un papel destacado y crucial, hasta que fueron expulsados en 1492. Hay constancia, por cierto, de que muchos de los que se dirigieron al Reino de Portugal tras el decreto de expulsión, pasaron por la ciudad de Badajoz.

Sin embargo, por alguna desconocida razón, en esta ocasión el devenir de la  Historia, no quiso dejarnos rastro alguno del lugar donde habitaron los judíos pacenses hasta que se vieron obligados a abandonar su casa.

Badajoz desde la muralla islámica. En primer plano, la Plaza Alta. Al fondo,
 la catedral cristiana. Entre ambos pudo estar el barrio judío. 

jueves, 10 de enero de 2013

la mezuzá de trujillo. cáceres.

Calle Gurria.

Hace unos días, a raíz de una entrada publicada en este blog el pasado mes de diciembre sobre las juderías extremeñas, recibí de Samuel Rodriguez Carrero, autor de Extremadura caminos de cultura y colaborador habitual y desinteresado, una valiosa información sobre las juderías de Cáceres, Trujillo y Badajoz. El material era realmente interesante ya que se trataba de información, en su mayor parte desconocida para mí, sobre ciertos aspectos de las citadas juderías.  

Hoy quiero mostraros algunas fotografías y extractos del texto que Samuel me envió en los que da cuenta del emplazamiento de la judería de Trujillo y describe algunos rincones y callejuelas donde aun se puede percibir cierto aire judio:

Más o menos quedaría enmarcada entre las actuales calles de Hernando Pizarro y del Gurría, atravesada por el medio por la popular calle Tiendas, de donde parte a su vez la que hoy en día se llama mismamente calle de la Judería. En resumen, correspondería a las manzanas que ocupan la práctica totalidad del lado suroriental de la Plaza Mayor (el lado opuesto al lateral donde se ubica la estatua de Pizarro, entre éste y la calle de Clodoaldo Naranjo. A excepción de la calle del Gurría, el resto de la judería ha sido bastante alterada con el paso de los siglos. La calle del Gurría, sin embargo, mantiene ese sabor hebreo, con arcos tanto de entrada como de salida a la misma. Tampoco sé si éstos son originales de la época, pero personalmente creo que es muy posible, y más tras ver que en el pasadizo de entrada desde la Rinconada de la Plaza, también llamado Corral del Rey) existen dos arcos de ladrillo cubiertos con vigas de madera, que aparentan bastante antigüedad  a la par que conservan las trazas de la arquitectura popular más tradicional.

La calle Tiendas está tan cambiada que no recuerda haber pertenecido a una judería. Si da esa sensación la calle Judería, que desemboca en la anterior, muy estrecha y algo empinada. La calle Hernando Pizarro también ha sufrido muchas modificaciones en sus edificios. De hecho, entre las calles Tiendas y Hernando Pizarro se ubicó la sinagoga trujillana, que más tarde, tras la expulsión de los sefardíes de España, fue reconvertida en un convento, y hoy es una amalgama de fincas e inmuebles.

Emplazamiento aproximado que ocupó la judería de Trujillo.
Calle Gurria.
Calle Judería.
Calle Hernando Pizarro.

Pero realmente, a mi juicio, lo más interesante es la existencia en ese dédalo de calles de algo que, al parecer, es bastante difícil de encontrar actualmente en la península ibérica. Samuel lo explica muy bien:

Sin embargo, a pesar de toda esta conversión de los edificios, en la calle Hernando Pizarro, concretamente en su nº 6  (justo por debajo del Palacio de la Conquista), subsiste algo que es casi único en España, por lo que a pesar de que artísticamente no tenga valor alguno, sí que lo tiene de manera histórica. Se trata del hueco labrado en la jamba derecha de la puerta para ubicar allí la mezuzá. La mezuzá es una especie de recipiente que alberga en su interior una plegaria escrita, colocada en las puertas de las casas hebreas como protección de las mismas. En la película de Ben-Hur, por ejemplo, hay una escena en la que el protagonista, al regresar de nuevo a su hogar en Jerusalén tras las peripecias vividas, coloca la mezuzá en la jamba de la puerta, en el hueco labrado para depositar la misma. Aunque esto es lo más habitual en el mundo hebreo, los sefardíes sin embargo solían ponen mezuzás de madera clavadas con clavos en las jambas. No era habitual en España labrar huecos para las mismas, pero en todo caso, y como ha ocurrido con casi todos los vestigios dejados en España por los sefardíes, el tiempo y la intolerancia cristiana han logrado que desaparecieran los pocos existentes. Uno de los escasísimos que quedan es el de Trujillo, tapado hoy en día con cemento pero que deja adivinar perfectamente su forma y existencia.

Fotogramas de "Ben-Hur.", en el que el protagonista aparece ante la mezuzá.
Mezuzá de la casa de Judá Ben-Hur. "Ben-Hur." (1959)
La mezuzá del número 6 de la calle Hernando Pizarro. Trujillo. Cáceres.

Actualmente, el hueco realizado en la jamba para acoger las plegarias judías permanece burdamente tapado, debido sin duda a la incultura y desconocimiento sobre el tema, repitiendose los mismos patrones y de la misma manera que hace más de 500 años llevó a cabo la expulsión y destrucción de esta parte de la cultura española, maltratandose sus vestigios con el paso de los años y de los siglos.

jueves, 3 de enero de 2013

los castillos y las grullas.

El castillo de la Encomienda de Castilnovo y las grullas.
Grullas en la niebla. Uno.

Hace unos días vino a visitarnos mi viejo amigo Pablo y junto con nuestras familias, estuvimos recorriendo parte de las inmensas comarcas pacenses de la Serena y de las Vegas Altas. Como yo, Pablo siempre va con su cámara colgada al hombro fotografiando todo lo que se pone a su paso, siendo también un gran apasionado de los castillos y de las historias que guardan entre sus maltrechos muros. Por ello, preparé algunas rutas y fuimos a ver las fortalezas más próximas a casa. 

De manera que, con la niebla como pertinaz compañera, una mañana subimos al castillo de Magacela y más tarde al de Benquerencia. Allá arriba, sentados sobre sus viejas y gastadas piedras repusimos fuerzas y le conté a mi amigo, a grandes rasgos, la historia de los monjes guerreros de Alcántara, que tras derrotar a los árabes que vivían en estas tierras repararon las fortalezas y durante siglos, las ocuparon.

 Mientras, a lo lejos se oía el característico gru-gru que emiten las grullas. 

-¿Y eso que es?- me preguntó Pablo sorprendido de tan extraño sonido.

-Son las grullas. Seguro que tenemos ocasión de verlas y de fotografiarlas.

Y efectivamente, las vimos. A cientos. A miles. Las vimos en las dehesas de Monterrubio y en los regadíos de Medellín. Las vimos entre las retamas y las encinas de Almorchón y también en los alrededores de la antigua vía férrea que debía unir Guadalupe y Villanueva de la Serena, ahora convertida en Vía Verde. E hicimos fotos, decenas de fotos, con desigual resultado. 

-Vienen del norte de Europa, huyendo del frío invierno y están por aquí, aproximadamente, desde octubre a febrero, alimentándose de las bellotas en la dehesas y de grano en los rastrojos de arroz y maíz. Las grullas son muy huidizas. Se asustan pronto y enseguida levantan el vuelo. 

-Vale, vale. Tendré cuidado.- decía Pablo sacando con sigilo la cámara de la funda y montando el trípode  Yo, con el rabillo del ojo, lo miraba disimuladamente y veía en su rostro la satisfacción del que descubre algo nuevo.

-¡Esto es increíble!- susurraba cuando finalmente, levantaban el vuelo, asustadas ante algún movimiento imprudente o ante nuestros torpes intentos de acercarnos un poco más.- ¡Esto es precioso!

El domingo por la tarde, minutos antes de su partida, mientras tomábamos un café acodados en la barra de un bar, le pregunté que era lo que más le había gustado o le había llamado la atención durante esos días. Él, sin dudarlo, me respondió:

-Las grullas y los castillos. El año que viene volvemos, ¿eh?

Grullas  en la niebla. Dos.
Grullas levantando el vuelo, cerca de Santa Amalia.
Bando de grullas en los alrededores del castillo de Medellín.
Grullas en las proximidades de Fernando V.
BIRDING IN EXTREMADURA.