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domingo, 5 de febrero de 2012

la república de las dos orillas o los piratas moriscos de hornachos.

Siempre me había llamado la atención la historia de los moriscos de Hornachos y había leído algo sobre ellos, pero no fue hasta hace unas semanas cuando cayó en mis manos un precioso libro que hizo que esta historia me atrapara definitivamente. El mencionado libro, "La senda de los moriscos. En busca de los otros españoles", está escrito por José Manuel Fajardo, el autor de "El converso", y cuenta con las estupendas fotografías de Daniel Mordzinski. En él se narra la desgraciada y apasionante historia de los moriscos hornachegos: Desgraciada por tener que dejar su patria tras siglos de estancia y apasionante porque, tras asentarse en Rabat, crearon una república independiente y se convirtieron en los piratas más temibles del Mediterráneo. Cuenta Fajardo en su libro que disponían de una flota de cincuenta  barcos de distintos tipos y que con ellos llegaron a las lejanas costas de Inglaterra, Gales y de Islandia, donde sembraron el terror y practicaron el pillaje. Incluso planearon entrar en Cádiz y apoderarse de sus ingentes riquezas, cosa que felizmente no ocurrió.

A continuación voy a atreverme a describir a grandes rasgos su historia (aunque espero que los más eruditos me perdonen, porque seguramente estará plagada de errores e incorrecciones): Como sabéis, la actual Extremadura fue conquistada por los ejércitos leoneses y castellanos durante la primera mitad del siglo XIII. Mal que bien los descendientes de los árabes, se quedaron por estas tierras, practicando su religión, hablando su idioma, viviendo según sus costumbres... Magacela, Benquerencia de la Serena, Hornachos, Valencia de Alcántara, Plasencia o Trujilo poseían importantes morerías. Al abrigo de sus fortalezas sus habitantes persistieron durante generaciones, ejerciendo los oficios más humildes aunque entre ellos también se encontraban artesanos, tenderos, alarifes o médicos.

Hornachos, bajo el castillo.
Fuente de los Moros. Hornachos.
En Hornachos todo iba relativamente bien, a pesar de los vanos intentos por parte de las autoridades eclesiásticas de cristianizar a los musulmanes con métodos más o menos duros, hasta que el reino nazarí de Granada fue definitivamente conquistado por los Reyes Católicos. A partir de ese momento empezaron a torcerse las cosas para los mudéjares, remisos a abandonar sus costumbres y su religión. Especialmente duro y activo fue el Tribunal de la Inquisición de la cercana Llerena, que no se andaba por las ramas cuando de reconvertir infieles se trataba. Finalmente, en 1609, Felipe III decretó la expulsión de los moriscos. Al menos 3000 hornachegos tuvieron que dejar su localidad y viajaron hacia Sevilla, adonde llegaron tras una semana de viaje.

El puerto de Sevilla era por entonces un lugar multitudinario frecuentado por todo tipo de gente. Atraídos por el oro de las Indias, aventureros, marinos, soldados, curas, comerciantes, ladronzuelos, prostitutas y pícaros, pululaban por el puerto en busca de un futuro mejor... En aquel abigarrado ambiente, los moriscos fueron subiendo poco a poco a los barcos mientras se oían los desgarrados gritos que pedían que se les devolviera a sus hijos, puesto que los menores de siete años les habían sido arrebatados.

La torre almohade del puerto de Sevilla.
El río Guadalquivir, a su paso por Sevilla, y la calle Betis.

Tras algunos días de estancia en Sevilla partieron hacia el norte de África en busca de algún lugar que les acogiera. Ese lugar fue Salé, separado de la actual Rabat por el río Bouregreg. Allí se instalaron pero, ironías del destino, fueron tachados de no seguir convenientemente su religión y de practicarla de forma relajada, cuando habían sido expulsados de España precisamente acusados de lo contrario.

Diecisiete años después los moriscos hornachegos proclamaron la República de Salé o República de las Dos Orillas y fueron haciéndose de una gran flota con la que se dedicaron a la piratería. Renegados de las más diversas procedencias llegaron hasta allí para enrolarse en las naos moriscas y convertirse en el terror del Mediterráneo y de lugares aún más alejados. Tan incómodos se volvieron los corsarios andalusies que en distintas ocasiones las potencias del momento, España, Inglaterra o Francia, enviaron sus barcos a cañonear las defensas del emporio comercial recién  creado.

En 1666, debido principalmente a desavenencias internas que provocaron una guerra civil, la ya casi desintegrada República fue absorbida por el sultanato del alauita Muley er-Rachid. Cuenta José Manuel Fajardo que todavía es posible encontrar en Rabat apellidos tan castellanos como Vargas/Bargach, Toledano/Tredano, Piro, Blanco, Carrasco/Carrakcho o Ronda aunque realmente seguir su rastro es cada vez más difícil ...

3 comentarios:

  1. Preciosa historia. No se que pensarán los eruditos, pero a mi me ha encantado tu forma de narrarla. Gracias.
    Bsts.

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  2. Una historia que explica porque en determinados lugares proliferaban estos piratas.

    La historias de piratas ha sido una importante fuente de inspiración para el cine. Estas historias siempre la asocias a remotas épocas y lo que te parece mentira que en el siglo actual aparezcan de nuevo atacando a pobres pescadores.

    Un abrazo.
    http://ventanadefoto.blogspot.com/

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  3. La historia de estos moriscos se presenta interesante...Me gustan estos libro sde batallas, ahora estoy con "El puente de los asesinos" de Pérez Reverte y otro que me gustó mucho fue "La odisea de los diez mil"
    Un beso.

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