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jueves, 23 de junio de 2011

arqueonimia.

Hace ya algunos años, cuando llegué a Extremadura, me sorprendieron bastante los nombres de algunos de los pueblos desparramados por su geografía, como Peñalsordo, Cabeza del Buey o Tornavacas, pero nunca había entrado con profundidad en el origen de esos nombres.

Días atrás, después de leer la interesante entrada de Samuel sobre la fortaleza de Makjada Al-balat en su blog Extremadura: caminos de cultura, me llamó la atención la existencia de dos Albalá. Una de ellas es la población cacereña de Albalá, situada en la comarca de Montanchez. La otra es la mencionada fortaleza, tan bien descrita en el blog antes citado. Pero ambas proceden de la voz árabe Al-balat, camino empedrado, seguramente por la proximidad de alguna importante calzada romana.

A partir de ahí he ido profundizando un poco en el origen de los nombres de las ciudades y pueblos extremeños, es decir, en la toponimia. Este término está definido por la RAE como el conjunto de los nombres propios de los lugares de un país o de una región.

Del estudio de los topónimos se ocupan los toponomistas (hay gente pa tó). Estos, que suelen unos señores vestidos de negro que están todo el día rodeados de polvorientos libros en una oscura biblioteca iluminados por la luz de una vela, se han puesto de acuerdo y han decidido que la toponimia se puede estudiar desde dos puntos de vista.

El primero hace el estudio en base a la cultura de la que procede el nombre del lugar. Según esto, la toponimia extremeña resultaría de la siguiente manera:

-de origen prerromano : Tamuja.
-de origen romano: Medellín, Cáceres, Mérida, Trujillo, etc.
-de origen árabe: Alconchel, Guadalupe, Magacela, Albalá, Zalamea, Alía, Alcantara, Alburquerque, etc.
-de origen cristiano o de reconquista: Conquista de la Sierra, Salvatierra de los Barros, Castilblanco, La Guarda, Torremocha, etc.
-de repoblación o colonización: Villareal de San Carlos, Entrerríos, Obando, Hernán Cortés, etc.

Castilnovo. Un claro ejemplo de toponimia de reconquista.
.
El otro modo de estudiar la toponimia tiene más en cuenta las características físicas del lugar. Así la hidronimia se refiere a lugares que tienen nombres derivados de alguna masa o curso de agua, como Garganta la Olla, La Albuera, Arroyo de la Luz, Ribera del Fresno, Fuente de Cantos, Fuente del Maestre, etc.

Y la fitonimia se refiere, logicamente, a lugares denominados por alguna especie vegetal, normalmente la más abundante de la zona. Sería absurdo recoger todos los fitónomos extremeños pero así, a bote pronto, me vienen a la cabeza Piornal, Aceuchal, Robledillo de Trujillo, Retamal, Oliva de Mérida, Almendralejo, Helechosa, Higuera de la Serena...

Otras veces la toponimia hace referencia al lugar donde se sitúa y a las características orográficas de este. En este caso hablamos de oronimia y podríamos citar como ejemplo las siguientes poblaciones: Valle de la Serena, Monterrubio, Solana de los Barros, Montehermoso, etc.

Puerto de Santa Cruz, Monesterio, Campanario, Abadia, Santa Cruz de la Sierra, etc. Todas estas localidades tienen un claro origen religioso. Este tipo de toponimia se llama hagionimia.

Y aunque quizás sea poco frecuente no se pueden olvidar aquellos lugares que deben su nombre a algún tipo de animal. Lobón o Alconera pertenecen a la categoría denominada zoonimia .

Por último quiero mencionar que hay lugares, normalmente fincas rústicas, que responden a los atractivos nombres de Mezquita, Castillejos, Castrejón, Tesorito o Tesorillo que tienen como denominador común que esconden en su subsuelo restos arqueológicos. Esto no es exclusivo de Extremadura. Por toda la península es posible encontrar estos topónimos.

Quiero reseñar también que aquellos lugares denominados Turuñuelo o Toruño suelen albergar en sus alrededores importantes yacimientos arqueológicos, dolmenes u otros monumentos megalíticos. Jerez de los Caballeros, Mérida, Medellín, Santibañez El Bajo, Mairena del Alcor (Sevilla), El Guijo (Córdoba) Aldeanueva de la Sierra (Salamanca), etcétera, presentan en sus alrededores parajes denominados de esta manera en los cuales se han encontrado restos de antiguas culturas. Curioso ¿verdad?

Estaríamos hablando entonces de arqueonimia. Bueno, no me hagáis caso: este último término me lo he inventado yo. Creo.

Villasviejas del Tamuja escondía celosamente un castro vetón.
Santa Cruz de la Sierra. Hagionimia-Oronimia.
Garganta la Olla.  Hidronimia. 

sábado, 18 de junio de 2011

el templo de diana. mérida.

Hacía tiempo que me apetecía contemplar in situ el entorno del templo de Diana de Mérida ya que se había de levantado cierta polémica en los medios locales tras la remodelación a la que este entorno había sido sometido. Francamente, me temía lo peor. Tal vez por eso no me pareció mal del todo. Es más, me pareció que se ha hecho una actuación bastante acertada ya que ahora es posible recorrer todo el perímetro del templo y contemplarlo desde otros ángulos. Si acaso se echa de menos algún elemento vegetal que aporte algo de color ante tanta piedra y tanto blanco; algún macetón, algún arbolito...

Pero hace unos días saltó de nuevo a la actualidad el templo de Diana ya que había salido a concurso la explotación de los bajos que rodean el edificio. La verdad es que ver al mencionado edificio rodeado de carteles de Frigo o de camisetas con el toro de Osborne no me parece lo más adecuado pero...

Bueno, si empezamos por el principio a lo mejor nos entendemos mejor. El templo de Diana es un edificio construido a finales del siglo I d.C. Formaba parte, entre otros grandiosos edificios, del Foro de Emérita Augusta y realmente no estaba dedicado a la diosa cazadora sino a Augusto.

Debió ser impresionante en su momento, aún lo es, revestido de estuco y con todas sus columnas en pie, adornados sus alrededores con estanques, jardines y estatuas. Lógicamente el templo ha llegado a nuestros días algo mutilado, entre otras cosas porque su interior alberga desde hace ya algunos siglos el palacio renacentista del Conde de los Corbos, que aprovechó el bosque de columnas para levantar dicho palacio.

Ya en 1785, Antonio Ponz, deslumbrado a su llegada a Mérida por la gran cantidad de restos y piezas de todo tipo que encontraba donde quiera que iba, daba cuenta del deteriorado estado en que se hallaba el templo:

"...es preciso hablar de otras notables antiguallas: una de ellas está situada hacia el medio de la ciudad, en la Casa del Conde de los Corbos, edificada entre una porción de columnas istriadas de orden compuesto. Estas se deja ver que eran de un magnifico templo, pero no se puede decir a que deidad estuviese dedicado, bien que Bernabé Moreno de Vargas pretende que a Diana, suponiendo que fuese la diosa titular de Mérida. Dicho templo es de los que Vitrubio llama Peripteros por tener columnas en el exterior de las quatro alas o lados de él, cuya figura es quadrilonga.

Las columnas son de varios trozos de piedra berroqueña y su altura no baxará de quarenta pies, los intercolumnios son algo más de seis pero era doble el espacio donde está la puerta del templo. Grandisimas son las piedras que quedan del basamento, como las que quedan del arquitrabe y todo ello respira singular magnificencia. Se conservan sino me engaño diez y nueve columnas en pie y lo demás está destruido..."

Viage de España. Antonio Ponz.

La verdad es que no me detuve a contar el número de columnas que actualmente permanecen en pie. Simplemente me limité a hacer algunas fotos y a leer los paneles informativos que se han dispuesto en torno al templo. Después, permanecí un rato sentado bajo una de las escasas sombras mientras de vez en cuando se oían las exclamaciones de admiración de los turistas, que no esperaban encontrar en pleno centro de Mérida, esa "notable antigualla".

El templo desde diversos ángulos:




Detalle del palacio de los Corbos:


domingo, 12 de junio de 2011

el jardín de las antigüedades.



Hay un jardín en Mérida, escondido y desconocido por la mayoría de los turistas, que recibe el sugerente nombre de "jardín de las antigüedades". Este lugar fue creado a principios del siglo XVIII por el historiador Agustín F. Forner y Segarra y por fray Domingo, un fraile del Convento de Jesús, para preservar las numerosas muestras arqueológicas que ofrecía el subsuelo emeritense. El lugar elegido fue precisamente el huerto del citado convento, actualmente Parador Nacional de Turismo. Hoy día la mayoría de la piezas forman parte del Museo de Arte Romano aunque todavía se pueden ver algunos restos romanos, visigodos y árabes e incluso restos de unas termas.

Pero tal vez no sean estos restos donde radica el encanto de este pequeño jardín situado en dos niveles, sino más bien en la originalidad de los distintos elementos vegetales y en las formas y volúmenes que presentan los setos. No he podido encontrar ningún dato sobre la fecha de su implantación ni sobre quién fue el autor de su diseño. He de decir que esperaba encontrar un espacio decimonónico y decadente pero encontré todo lo contrario; un jardín de estilo modernista que recuerda claramente, por sus ondulaciones y curvas, el estilo de Gaudí. Incluso me atrevería a decir que este jardín es único en su estilo y que probablemente no exista nada parecido en Extremadura.


De todos modos, no es esta la única sorpresa que guarda el Parador de Mérida, que ocupa el interior de un convento levantado en 1725 sobre una antigua basílica visigoda, construida a su vez sobre un edificio romano. Tal superposición de culturas ofrece curiosidades como las doce columnas que podemos ver en el bonito patio del Parador. Estas columnas son visigodas pero en algunas de ellas aún se pueden observar inscripciones árabes que indican que probablemente formaron parte de una mezquita. (Osea, que lo del reciclaje no es un invento del siglo XX.)

En algunas de las columnas existen también inscripciones de 1837, año en que fue rehabilitado el convento, bastante maltrecho después de la presencia francesa. (Gracias, Nadal) Pocos años después, tras la Desamortización, el edificio fue abandonado por los religiosos y fue utilizado como manicomio y cárcel..

Es lo que tiene Mérida. Entras en el Parador a tomar café y sales con un montón de fotos y pensando ya cual va a ser la próxima Entrada del blog.

miércoles, 8 de junio de 2011

dos ríos.

"Por que si el puente romano de Alcántara está bien hecho, el río ibérico tampoco está mal. Ahora comprendo el afán del Tormes de arrojarse al Duero, del breve y caudaloso Almonte, del Salor nacido en las Fuentes de Cáceres y de tantos otros ríos encajonados. Quieren ser como el Tajo, domadores de las aguas torrenciales. (...) Aguas filtradas y aguas de avenida violenta, repentina. Para encauzarlas a todas (...) hace falta haber labrado mucho la peña y ser muy grande. Se les pide que, además de ese gigantesco trabajo de loqueros o pastores de hidra sean hortelanos, agricultores. Nuestros ríos no quieren. Son fuerzas puras. Dinamismo puro. Éste es su orgullo. (...)"

"Tiene la orilla del Guadiana en esta parte de Medellín un poder de atracción fundado sin duda en la extrema sobriedad de elementos naturales, la serenidad del paisaje del silencio y la lentitud de la corriente. Hay allí, bajo el castillo, un molino encantado que cubre las grandes avenidas y ahora casi no muele sino orujo. Entre el puente y la molineta, una ribera de cantos rodados, donde van las mujeres a bañarse cuando aprieta el calor . (...)"

"Pero el Guadiana sigue el mismo curso y sus margenes quedan secos de abril a octubre. Este es el río lento, ancho; la contrafigura del Tajo, dentro de la misma región extremeña. El Tajo es fuerza; el Guadiana fecundidad. Pero el primero es desolado y el segundo palúdico. No acaban de portarse como buenos amigos del hombre, acaso por que el hombre no ha aprendido aún a tratarlos bien."

Luis Bello. Viaje a las Escuelas de España. (Extremadura) 1927.

sábado, 4 de junio de 2011

estamos aquí de paso.


Si hay algo representativo de Extremadura, quizás sobre todo de cara al exterior, es la dehesa. Lógicamente los que conocemos algo esta tierra no debemos olvidar, solo por mencionar otros paisajes, los extensos viñedos de la Tierra de Barros o los castañares y robledales del norte de Cáceres. Pero es ese ecosistema modelado por la mano del hombre el que más, y tal vez el que mejor, representa la marca Extremadura.

Hoy he leído en un conocido periódico extremeño las denuncias que ha hecho Adenex sobre los peligros que corren las dehesas extremeñas. Realmente no dispongo de datos que me permitan situarme con ellos o con los que defienden la postura contraria, pero creo que cualquier debate que se abra sobre este tema debe ser bienvenido. Esto me ha hecho recordar también una noticia publicada hace unas semanas sobre el peligro que corren los alcornoques de ser afectados por el cambio climático.

Si os interesa el tema os dejo estos enlaces a los dos artículos.



Eso si, yo soy de la opinión de que cuando nos vayamos, esto se tiene que quedar, por lo menos, como estaba... Y es que, como dice el cantautor Jorge Drexler, estamos aquí de paso.