vegas altas del guadiana. badajoz.

No hace mucho tuve la ocasión de entrar en una de las casas construidas en la década de los cincuenta del pasado siglo por los colonos que participaron en el Plan Badajoz y de observar los establos, el almacén de granos, el doblao...

"Mira, Jesús, estas son las zahurdas. Mira que patio tan grande y hermoso...Ahí se secaba el maíz. Y mira, todavía pueden verse las pilas donde bebían los animales...Ahí arriba se guardaba la paja." me cuenta María, orgullosa de los duros tiempos que les toco vivir y del esfuerzo que hicieron sus padres. María, que ha pasado ya de los cincuenta, recuerda con cariño su niñez. "Al principio mi padre trabajaba en la construcción de los canales. Después le dieron la parcela."

Aquello supuso la transformación de una gran superficie pero contribuyó también al despoblamiento de algunos pueblos. A Entrerríos llegaron principalmente de Puebla de Alcocer, los que se asentaron en Los Guadalperales procedían en gran parte de Orellana La Vieja...Los primeros años no fueron precisamente un camino de rosas para los recién llegados. Además del desarraigo que supuso para los colonos abandonar sus pueblos y dejar atrás a su gente, los nuevos propietarios tuvieron que trabajar duro para conseguir sus propósitos. Algunos tuvieron que dejar sus parcelas y emigrar al País Vasco y Cataluña ya que no fueron capaces de sacar suficiente fruto a la tierra. Otros sin embargo tuvieron más suerte y tras años de lucha consiguieron dar a sus hijos lo que ellos no habían podido tener.

"Nos dieron una vaca lechera, los aperos de labranza y una parcela. Todo ello a pagar en un montón de años y en pequeñas cuotas. Si, pero había que pagarlo.-continúa María - Lo peor que podía pasar es que se muriera la vaca. Cuando se ponía enferma, mi madre se pasaba el día sentada delante de la vaca, llorando. También nos dieron dos vacas coloradas, pero esas eran para arar. ¡Cómo trabajaron mis padres! Solo de esta manera, trabajando de sol a sol, consiguieron sacar a la familia adelante."