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martes, 28 de septiembre de 2010

poblado ferroviario de almorchón. badajoz

Almorchón es una pedanía de Cabeza del Buey que nació en 1880, con objeto de dotar de viviendas a los trabajadores de la línea del ferrocarril Córdoba-Almorchón. Esta línea fue creada a su vez para transportar el carbón que se extraía de las minas de la localidad cordobesa de Belmez.

Hoy día está prácticamente despoblado y en ruinoso estado pero, en la década de los sesenta del pasado siglo, constituía un importante nudo ferroviario que llegó a tener cerca de 900 habitantes. Diez años más tarde empezó su declive y la mayor parte de sus habitantes tuvo que emigrar. Poco a poco el poblado quedó abandonado. Actualmente la mayoría de las casas están en ruinas y la maleza y el oxido invade las vías y otras instalaciones ferroviarias.

Ahora cuando caminas por sus amplias calles, algunos coches y la ropa tendida en las traseras de las casas denotan que todavía vive gente allí, e incluso una anciana barre afanosa el trozo de acera que ocupa su fachada. Quizás piense que vendrán tiempos mejores y que se volverán a oír las risas de los niños cuando salen del colegio o las campanas de la iglesia anunciando un boda, o tal vez un bautizo...

A veces sus escasos habitantes se sientan en algunos de los bancos de la estación mirando a la lejanía y añorando aquellos días en que el traqueteo del ferrocarril y el silbido de este anunciando su proximidad, eran los sonidos más habituales.

Y aunque a diario pasan algunos trenes me temo que el último tren ya pasó por Almorchón.


No muy lejos se alza el castillo que dio nombre al poblado, erigido por los musulmanes y ocupado después por templarios y alcantarinos. No es posible visitarlo ya que está en una finca privada, pero al menos se deja fotografiar, orgulloso, y alegra la vista con su presencia.

Muy cerca también se encuentra la ermita de Belén, construida al parecer sobre los restos de un asentamiento de la Orden del Temple, en cuyo recinto destaca un conjunto de olmos centenarios que han sido catalogados como Árboles Singulares por la Junta de Extremadura.

He leído en algún sitio que, todos los años, a finales de Septiembre se celebraba allí una romería durante la cual llevaban a la imagen de la Virgen de Belén al poblado ferroviario, donde era recibida, en un ambiente de fiesta y color, por un gran número de personas. Desconozco si en la actualidad se sigue con esta tradición. Si es así, no hay que descartar que en el futuro el tren vuelva a tener parada en Almorchón.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

zalamea de la serena. badajoz.


Si por algo es conocido este pueblo, situado en la inmensa llanura de la Serena, es porque en él situó Calderón de la Barca una de sus obras, basada al parecer en hechos reales. Pero Zalamea, y esto es desconocido por la gran mayoría, tuvo un pasado grandioso como así lo atestiguan antiguas crónicas y algunos restos. Entre ellos destaca Cancho Roano, templo prerromano del siglo V a.C. http://www.canchoroano.iam.csic.es/ y el dístilo romano, monumento fúnebre compuesto por dos esbeltas columnas, que se erige en la Plaza de la Constitución. Años después floreció en este lugar una ciudadela árabe de cierta importancia que tuvo por nombre Miknasa Al Asnan aunque de ella no queda prácticamente nada.


Pero este vez quiero centrarme en la desconocida figura de don Juan de Zúñiga, noble que en los años posteriores a la guerra de Granada, fue señor de la Serena y estableció en su palacio una corte literaria a la que atrajo importantes figuras de la época. Entre ellas destacó el matemático y astrólogo judío Abraham Zacut (Abasurto) y sobre todo, el andaluz Elio Antonio de Nebrija. Lamentablemente el primero tuvo que huir a Portugal tras la expulsión de los judíos. Allí, protegido por el rey, ayudó de manera notable a los intrépidos navegantes portugueses con sus estudios y con el perfeccionamiento del astrolabio. Nebrija, sin embargo, permaneció varios años en la Serena y escribió en ella algunas de sus más importantes obras.


"Y en Villanueva de la Serena, a la entrada de esta villa a la parte de poniente, hizo el maestre don Juan de Zúñiga, una casa como para un gran señor, con dos corredores que caen a un patio que está a la entrada de la casa principal..


E hizo labrar en Zalamea, arrimada a la fortaleza un pedazo de casa para su aposentamiento, porque también gustaba de vivir en esta villa...

Era don Juan aficionado a las buenas letras y llevó consigo a algunos hombres insignes en ellas: al astrólogo Abasurto, al doctor De la Parra, al maestro de capilla Solorzano, al maestro Antonio de Lebrija...

El maestro Nebrija le enseñó latín y el judío le leyó la esfera y todo lo que era lícito saber en su arte y era tan aficionado que en un alto de uno de los aposentos de su casa hizo que le pintaran el cielo con sus planetas, astros y signos del Zodiaco..."

Alonso Torres y Tapia. Cronista de la Orden de Alcántara.

Del palacio de Villanueva al que se refiere el cronista no quedan apenas restos. Sobre su solar se levanta ahora el convento conocido por los villanovenses como "de las monjas encerradas". De la casa de Zalamea, adosada al castillo de Arribalavilla, solo queda la fachada principal. No hace mucho se encontraron en su interior restos romanos tal y como informó el diario Hoy hace unos meses, en los trabajos previos a la construcción de una hospedería.

El caso es que la llegada de Zúñiga a la Serena significó el fin de la Edad Media y la llegada del Renacimiento a este territorio, porque el noble, además de dedicarse a la caza y al cultivo de las letras y los astros, mandó reparar y construir iglesias y ermitas (Campanario, la Coronada, Higuera de la Serena...) y puso un poco de orden en el Partido donde la todopoderosa Mesta y la Orden de Alcántara campaban por sus respetos.

Como digo, Nebrija permaneció varios años bajo su mecenazgo y pudo así dedicarse a la confección de tratados gramaticales y de otras ramas del saber (este hombre debió ser un portento ya que escribió sobre arqueología, derecho, medicina, historia, astrología y retórica e intervino en la Biblia políglota de Cisneros...) hasta que, en 1503, la Reina Isabel puso sus ojos en el Partido de la Serena y en sus preciados pastos. (Hay que tener en cuenta que las exportaciones de lana suponían para la Corona de Castilla enormes beneficios.)

Por aquellos tiempos debía estar ya enferma y abatida por las muertes de sus herederos pero con la ambición intacta ya que propuso a Juan de Zúñiga como Cardenal y Arzobispo de Sevilla. Este no pudo negarse y hacia la ciudad del río Betis partió, dejando atrás sus sueños y su pequeña corte, quedando de nuevo el enorme territorio sumido en el olvido y la indiferencia. ¿Quién sabe si la Historia de esta comarca se hubiera tenido que escribir de otra manera si la aventura renacentista de Zúñiga no hubiera sido interrumpida tan bruscamente y hubiera durado algunos años más?

Algunos meses después el prelado Juan de Zúñiga, moría en la Granja de Mirabel (lugar muy próximo a Guadalupe y residencia de los Reyes Católicos), cuando se dirigía a Toledo donde los reyes habían situado temporalmente la Corte. Este viaje fue cuando menos extraño. El mecenas llegó a Sevilla en mayo o junio de 1504 pero enseguida dirigió sus pasos a Toledo para entrevistarse con los reyes. El propósito de este viaje y el motivo de su repentina muerte, el día 25 de julio de 1504, siguen siendo un misterio. Tenía 39 años.