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martes, 15 de junio de 2010

santa lucía del trampal. cáceres


Hace aproximadamente 30 años que el profesor de Arte Juan Rosco Madruga y Elisa Téllez, su esposa, repararon en un ruinoso edificio situado en un bonito paraje cercano a la localidad cacereña de Alcuéscar. Enseguida les llamó la atención la antigüedad de aquellas piedras invadidas por las zarzas, rodeada de viejos olivos, alcornoques y naranjos y habilitada como antigua casa de campo y establo, y pensaron que podrían haber encontrado un edificio singular. Pronto comenzaron las excavaciones y los estudios arqueológicos confirmaron que, efectivamente, el valor del hallazgo era importante ya que se trataba de una basílica construida alrededor de los siglos VI-VII d.C. Posteriormente se llevó a cabo la rehabilitación de la vieja iglesia aunque para algunos entendidos esta no obtuvo los resultados más deseables, sobre todo por su cubierta y por el uso de marmol blanco en su interior.


Pero empecemos por el principio. Algunos cientos de años antes de que los romanos se asentaran en estas tierras, estas ya estaban habitadas por un pueblo que adoraba a la diosa Ataecina. Posteriormente los romanos incorporaron a su amplia gama de dioses a esta deidad llamándola Proserpina y representándola con la imagen de una cabra. Quizás hubiera, donde ahora se levanta la basílica, un templo dedicado a ella, a juzgar por los exvotos en forma de cabra que se han encontrado y otros restos...

Varios siglos más tarde se levantó la iglesia, aprovechando como era costumbre los sillares del antiguo templo. No se sabe exactamente cuando se construyó ni quien lo hizo. Algunas teorías afirman que lo hicieron, ya en tiempo de dominación árabe, los mozárabes. Otros opinan que la construyeron, algunos años antes, los visigodos y por eso tal vez recuerda tanto al prerrománico asturiano. Incluso hay teorías acerca del origen arriano de la iglesia debido a su cabecera o ábside de tres cuerpos. En cualquier caso y debido a razones aún desconocidas su vida fue efímera puesto que pronto fue abandonada.

Al parecer así permaneció varios siglos hasta que, aproximadamente en el siglo XV, fue reparada, produciéndole algunos cambios significativos y utilizada de nuevo durante un largo periodo hasta que fue de nuevo abandonada. La Desamortización, los franceses y el paso inexorable del tiempo hicieron el resto..


Hoy, rodeada de viejos alcornoques y olivos, se encuentra este edificio, enigmático, mágico y único, formando parte del paisaje extemeño y mostrando en su interior arcos de herradura, otros elementos arquitectónicos y algunas inscripciones, pero guardando para si secretos que nunca llegarán a desvelarse. Pero...¿cuantos otros tesoros guardan estas tierras convertidos ahora en establos o en naves agrícolas en espera de que un inquieto profesor de Arte los descubra antes de que sea demasiado tarde..?

jueves, 3 de junio de 2010

trujillo. cáceres. detalles en piedra.

A menudo cuando visitamos algunos lugares nos dejamos llevar por la majestuosidad de los edificios o la belleza de los paisajes y no nos fijamos en los pequeños detalles. Los que tenemos obsesión por hacer decenas de fotografias, aunque gran parte de ellas acaben en la Papelera de Reciclaje, nos fijamos en esos detalles que a veces son más interesantes, o al menos dicen y sugieren más cosas, que el entorno donde se situan....
Adosado a la muralla de Trujillo y a la Puerta que se abría ante el antiguo camino de Coria se encuentra la sede de la Fundación Xavier de Salas. El edificio que esta fundación ocupa fue un convento franciscano edificado aproximadamente en 1450 y abandonado durante la Guerra de la Independencia. Tras años de olvido el edificio cayó en la ruina hasta que, a principios de los setenta del pasado siglo el historiador barcelonés Xavier de Salas decidió salvarlo de esta. Actualmente este edifico cuenta con biblioteca y un museo sobre la relación de Extremadura con el descubrimiento de América, realizandose en él seminarios y otras actividades culturales.
La iglesia del convento, sin embargo, no tuvo tanta suerte ya que al hundirse la cubierta y los arcos que la soportaban, hubiera necesitado de una restauración imposible. Actualmente, en su solar aparece un agradable patio aunque los restos de sus muros aun guardan algunas sorpresas, como las misteriosas estatuillas de piedra en extrañas posiciones que aparecen en la base de las columnas.
Es fácil que, por estar situados a escasos centimetros del suelo, estas pequeñas figuras pasen inadvertidas. Algunas además están muy deterioradas y apenas se puede adivinar que intentó plasmar el cantero que las esculpió. Otras, en cambio, se han conservado bastante bien y se pueden apreciar de manera clara. Pero, ¿que intentaba contar, decir o advertir el autor de estas o el que las mandó hacer? ¿Por que ese hombre barbado y desnudo presenta tanto desasosiego en su rostro? ¿Que significa esa otra que casi raya lo blasfemo y sobrepasa lo erótico? ¿Han llegado quizás a nuestros dias por que pasaron años sepultadas bajo los escombros, fuera de la vista de los censores...?

Me temo, sin embargo, que las razones que llevaron, en 1972, a un cantero a tallar el escudo de un conocido equipo de futbol de primera división en una de las torres de la hermosa iglesia de Santa María no fueron tan transcendentales. La broma desató una fuerte polémica y a punto estuvo de costar un disgusto al hincha. Desde entonces es frecuente ver, al pie de la torre, a un grupo de turistas mirando hacia arriba, mientras el guia señala el lugar donde se halla el escudo, que por cierto, es complicado de ver. Bueno. ¿No tienen un astronauta en la Catedral de Salamanca?
De cualquier forma, recorrer Trujillo es recorrer la historia. Palacios, fortalezas, iglesias y conventos se amontonan ante el viajero que recorre las empinadas callejuelas y que va encontrando tras cada esquina rincones de singular belleza. Por ello cuando te vas, siempre tienes la sensación de que cuando vuelvas encontrarás allí pequeños detalles que antes te pasaron desapercibidos.