Afirman los expertos que su edad es de unos 800 años. De hecho desde hace un tiempo necesita muletas para evitar el desgajamiento de sus enormes ramas principales, a la vez que una valla perimetral de madera impide el pisoteo de los senderistas que se acercan hasta allí y la consiguiente muerte de las raíces superficiales.
El caso es que es probable que cuando se produjo la germinación de la bellota que dio lugar a tan bellísimo y grandioso ejemplar de Quercus Ilex, los ejércitos castellanos y las ordenes militares todavía no habrían ocupado lo que hoy es la provincia de Cáceres. O tal vez sí. Recordemos que la conquista de Cáceres se produjo en 1229 y la de Trujillo en 1233.
Después es posible que La Terrona viera desfilar -por el camino que une Salvatierra de Santiago y Zarza de Montánchez- tantos y tantos ejércitos que lamentablemente han pisado estas tierras; partidarios de Isabel de Trastámara o de la Beltraneja, comuneros o leales a Carlos I e incluso a algunos de los que se dirigían al puerto de Sevilla para posteriormente marchar a las Indias en busca de honor, poder y gloria.
Años después, tropas napoleónicas o pertenecientes al Ejercito de Extremadura, combatientes carlistas e isabelinos, o más recientemente soldados de uno y otro bando de la cruenta e injustificable guerra civil de 1936 quizás desfilaron junto a ella y/o descansaron bajo su sombra mientras sus monturas pastaban en la dehesa. Igualmente sería testigo de la huida atropellada de multitud de inocentes que tantas guerras -y también desastres naturales- conllevan.
Pero, ¿quién sabe? Bajo su copa también habría consejos de padres a hijos, reuniones del concejo y yendo aún más lejos, palabras y declaraciones de amor. Ochocientos años dan para mucho...