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sábado, 19 de diciembre de 2009

las hurdes. cáceres

Si te encuentras en Las Hurdes y vas a visitar una alquería, te llamará especialmente la atención que tendrás que dejar el coche fuera porque las calles, más bien callejuelas, son verdaderamente estrechas. (Alguien exclamaría también; "¡Y no hay ningún bar!")
En alguna de las huertas colindantes es posible ver a alguien labrando la tierra con un arado romano y un animal de tiro. Te puede dar la impresión, mientras paseas por estos desiertos callejones y más si lo haces durante el transcurso de una fría y brumosa mañana de invierno, de que estas alquerías están semiabandonadas. Y es que, efectivamente uno de los principales problemas que afecta a esta comarca, descartada y olvidada ya la leyenda negra de antiguos y archiconocidos documentales, es el envejecimiento de la población y el descenso demográfico causado por la emigración que desde la década de los sesenta se esta produciendo.

En los últimos años, los incendios forestales han arrasado con grandes extensiones y han dejado en el paisaje huellas claramente perceptibles, además de haber causado un duro golpe para la economía de la zona. El aceite, las cerezas, la miel, y el turismo ligado a la naturaleza son ahora los medios de vida de los hurdanos que habitan los seis municipios y treinta y siete alquerías que forman esta comarca.

Como curiosidad cabe destacar el lugar conocido como "el volcán del Gasco". En realidad no se conoce exactamente cual es el origen de este lugar y de las piedras pómez que en él se pueden encontrar. Algunos geólogos creen que, efectivamente hubo un volcán mientras que otros se inclinan por el impacto de un meteorito. Incluso alguien ha lanzado la teoría de que estas piedras proceden de los hornos de fundición de un castro prerromano o del proceso de vitrificación de los troncos que formaban la muralla.

Descubrir y conocer a fondo Las Hurdes, es una asignatura pendiente que tenemos todos los que disfrutamos de las cosas auténticas.

martes, 8 de diciembre de 2009

mérida. badajoz

Existe una Mérida provinciana, decadente si se quiere, entrañable y con sabor a pueblo, una Mérida de nobles y antiguas piedras que atrae cada año a miles de visitantes pero que impide a su vez el crecimiento de la ciudad. Y existe una Mérida moderna representada por el puente que Santiago Calatrava diseñó cuando se decidió cerrar al tráfico rodado el puente que los romanos construyeran dos mil años antes para salvar el río Anas.


La cercanía entre ambos puentes y el atrevido diseño que el arquitecto quiso darle al puente de Lusitania es para unos una osadía, mientras que para otros supone un verdadero deleite para la vista. De cualquier forma, el puente se ha convertido en un destacado elemento del paisaje emeritense, como la Alcazaba, el templo de Diana o el arco de Trajano, solo que en este caso la piedra se ha sustituido por hormigón y acero.


La obra de Calatrava, al igual que el Museo Nacional de Arte Romano, (obra de otro controvertido arquitecto, Moneo) son los máximos exponentes de la visión de futuro que toda ciudad debe tener, más aun tratandose de la capital de Extremadura y de una ciudad que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad y Conjunto Histórico-Arqueológico.


Hay en esta ciudad, para todos los amantes del Arte y de la Historia, numerosos monumentos de obligada visita. A través de ellos se podrá viajar desde los tiempos en que Mérida fuera una de los centros más importantes de Occidente, pasando por la llegada de los pueblos del Norte y posteriormente de África, hasta nuestros días. Pero eso ya se tratará en otra ocasión...