Alrededor del año 100 d.C. siendo Trajano emperador del Imperio Romano, se terminó de construir para salvar el río Tajo, el impresionante puente conocido actualmente como puente de Alcántara. Considerado por los estudiosos como el puente romano más destacable de los que permanecen en pie, tiene una longitud de cerca de 200 metros, 8 metros de anchura y una altura máxima de sus arcos centrales de 55 metros. Pero esto no dejan de ser números y palabras que no pueden sustituir la impresión del viajero que por primera vez cruza, a pie, el puente y por él pasea.
Legiones romanas, ejercitos árabes y visigodos, escuadrones franceses o tropas isabelinas y carlistas cruzaron y maltrataron a lo largo de cientos de años el puente causandole importantes daños que felizmente apenas son visibles hoy día. Tan solo un rey portugués que pretendía cruzarlo con el propósito de invadir Castilla dió marcha atras con su ejercito ante la intención de los castellanos de destruir el puente para impedir dicha invasión. "Castilla no vale lo mismo sin ese puente" alegó el portugués mientras tiraba de las bridas de su caballo y galopaba de vuelta al pais vecino. Eran otros tiempos...
Es lógico por tanto, que en el escudo de la villa de Alcántara aparezca el mencionado puente así como la flor lisada verde de los monjes guerreros de la Orden del mismo nombre (que tan importante papel jugaría en la llamada Reconquista y tanto poder económico y político obtendrían) ya que aquí establecieron su sede. Por aquellos años alcanzó dicha villa sus momentos de mayor esplendor, durante los cuales se construyeron importantes edificios. Entre ellos destaca el Convento de San Benito. Afectado por diversos saqueos, el terremoto de Lisboa, la Desamortización y el posterior abandono fue restaurado en la decada de los sesenta del pasado siglo y hoy permanace en pie aguardando al viajero para enseñarle un trozo de la historia de este rincón de Extremadura.
Es lógico por tanto, que en el escudo de la villa de Alcántara aparezca el mencionado puente así como la flor lisada verde de los monjes guerreros de la Orden del mismo nombre (que tan importante papel jugaría en la llamada Reconquista y tanto poder económico y político obtendrían) ya que aquí establecieron su sede. Por aquellos años alcanzó dicha villa sus momentos de mayor esplendor, durante los cuales se construyeron importantes edificios. Entre ellos destaca el Convento de San Benito. Afectado por diversos saqueos, el terremoto de Lisboa, la Desamortización y el posterior abandono fue restaurado en la decada de los sesenta del pasado siglo y hoy permanace en pie aguardando al viajero para enseñarle un trozo de la historia de este rincón de Extremadura.